Esta semana, en el ranking anual de Las 50 mujeres más poderosas del mundo de la revista Fortune, Paula Santilli, CEO de Pepsico Latinoamérica, fue la única ejecutiva de México en sumarse.
Desde mayo de este año ella tomó las riendas de la empresa desde el Río Bravo hasta Ushuaia, un negocio que cubre 34 mercados, que genera 70 mil empleos y que está valuado en 7 mil 400 mdd. Como una de las razones para colocarla en este Hall of Fame, Fortune destaca que Santilli ha logrado que “las ventas para América Latina aumentaran 10% en el segundo trimestre, en parte impulsadas por exitosas campañas de marketing con Leo Messi y otros jugadores de fútbol de fama mundial”.
Es un mérito enorme, no solo llamar la atención de los editores de la publicación más influyente de negocios, sino abrirse camino en el mundo de los negocios, allá arriba en la ‘C-suite’ como se conoce a los puestos de alta gerencia.
Entrar en este listado es una buena noticia, porque nos faltan más role models que seguir, más mujeres con carreras que imitar, más ejecutivas que se conviertan en pilares del ‘sí se puede’ crecer en el mundo corporativo.
Esta semana estuvo en México Lisa Kimmel, directora y CEO de Edelman Canadá y América Latina, presentando los resultados del “Women & Trust”, el capítulo sobre mujeres que sumaron a su tradicional Trust Barometer.
—¿Qué encontraron sobre las mujeres y las empresas?, fue lo primero que le pregunté cuando nos vimos. “No hay buenas noticias, pero sí oportunidades”, me respondió desde la mitad llena de un vaso bastante invisible.
Según este ranking, las mujeres creen en que las empresas en las que están pueden hacer una diferencia y confían en que sus CEO lideren cambios, pero menos que el promedio de sus pares hombres.
La presencia de mujeres en altos puestos directivos y en consejos de administración sigue siendo una excepción. A pesar de que se ha demostrado el beneficio en resultados que genera tener diversidad de género, lo cierto es que el balance de sexos sigue siendo un tema de discusión en foros, un debate a veces teñido de mucho feminismo pero al final sin muchos cambios.
“Es una combinación de factores. Las mujeres muchas veces no llegan a los puestos más importantes porque ven sumamente difícil el reto y lleno de sacrificios y deciden no tomarlo. Por el otro, tras el movimiento #MeToo, muchas empresas no quieren correr riesgos ascendiendo a ejecutivas”, agrega Kimmel.
La lista de mujeres de Fortune tiene a otra hispana en el lugar número 1, la española Ana Botín, presidenta de Banco Santander, pero deja claro en su editorial que en este año solo 14 mujeres encabezan alguna de las 500 empresas más grandes del mundo.
Uno lo puede ver como una oportunidad, como dice Kimmel, o como un hueco que tardará muchos años en cubrirse mientras las empresas sigan sin mostrar que el camino a la cima puede ser parejo.
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