El debate sobre la representación merece nuevas miradas. Más allá del acuerdo que deba ir sobre el tope de 8% por partido o coalición, está el tema del reconocimiento de las minorías. Pierre Bourdieu nos decía en su seminario que la calidad de la democracia se mide por cómo esta trata a sus minorías. La cuestión de fondo no está en interpretar la literalidad constitucional o invocar el recurso bíblico para aplicar “el espíritu de la ley”; el fondo es cómo tratamos a las minorías en un país que aspira a ser democrático.
Sin embargo, de debate está polarizado. Los extremos tienen una argumentación irreductible. La oposición configura escenarios de autoritarismo y dictadura y la 4T argumenta el mandato de las urnas, plan C, que los votantes dieron a Claudia Sheinbaum como una clara consigna para realizar grandes cambios al modelo actual.
El debate sobre la nominación de los 200 plurinominales y la sobrerrepresentación ha dominado la plaza pública. Se habla de más de 150 artículos de fondo en periódicos tradicionales y redes. Este debate ha opacado la otra discusión en la opinión pública sobre la reforma al Poder judicial.
La composición de los debatientes es la misma que en las pasadas elecciones presidenciales: un nutrido grupo de comentaristas en diarios tradicionales, radio y televisión. A esta discusión se han sumado numerosos académicos y ex presidentes del INE como Lorenzo Córdova, Leonardo Valdés Zurita, Luis Carlos Ugalde y ex consejeros como Ciro Murayama, Alfredo Figueroa y María Marván.
Es un debate entre las élites políticas e intelectuales. A diferencia de los debates en la elección presidencial última, los opositores letrados no alcanzaron a impactar la masa de votantes. Los resultados apabullantes saltan a la vista. Ahora es diferente. Las interlocuciones son las instituciones como el INE, el TEPJF y una opinión pública más calificada. El debate se desarrolla entre los supuestos dueños del saber en materia electoral.
La interpretación de la sobrerrepresentación es objeto de disputa y tiene muchas aristas, las coaliciones son electorales no de gobierno; son coaliciones parciales y no totales. Es cierto que la aplicación literal del límite de sobrerrepresentación es legal, aunque es inequitativa, como lo afirma Eduardo Huchim. En ese sentido, la periodista Denise Maerker reconoce que la sobrerrepresentación es legal, pero a todas luces injusta.
La representación de las minorías debe abordarse desde otras lógicas. Hay que abrir un proceso de reflexión generosa que enriquezca la democracia, la libertad y la convivencia.