El presidente Macrón se apresta para cohabitar con una primer ministro de extrema derecha. Ante el desastroso resultado de la votación en el parlamento europeo, el presidente francés decide disolver la asamblea y convocar de manera anticipada elecciones legislativas. Marine Le Pen se perfila como primer ministro, es hija de Jean-Marie Le Pen, exmilitar cercano a la Alemania nazi y fundador de un partido político de corte fascista en Francia. Marine declaró anoche que Francia ha hablado en las urnas y el macronismo está decadente.
Según las encuestas de salida, dadas a conocer en la tarde-noche, los resultados son los siguientes: RassemblementNational (Le Pen) 36%: Nouveau Front Populaire (unión de izquierdas) 27.5%; Ensamble pour la République (partido de Macrón) 19.5%; Les Republicains (derecha tradicional) 8%. La oferta de Le Pen es básica: exacerbar el nacionalismo francés, asegurar la seguridad y una política antiinmigrante agresiva.
El triunfo de la ultraderecha francesa no es una sorpresa. Electoralmente, el eje político de Europa se va inclinando a la derecha y los partidos de ultraderecha no sólo tienen carta de ciudadanía, sino que ya cogobiernan y gobiernan en varios países. El mapa político de Europa está cambiado de manera dramática en el viejo continente.
La razón de este auge puede atribuirse en parte a la crisis migratoria iniciada en 2016, que encendió focos ultranacionalistas en los distintos territorios de Europa. También la secuela de la pandemia de covid, la guerra en Ucrania y la onda dilatada de la crisis económica.
La transición de los regímenes comunistas a las democracias ha sido azarosa. En la mayoría de los casos han sido un fracaso, ya sea en países de Asia central, u otras más europeas como Bielorrusia y la propia Rusia. No se pueden obviar los gobiernos derechistas y autoritarios de Hungría, gobernada por una mayoría absoluta encabezada por Viktor Orbán desde hace 12 años, y Polonia, donde el partido Ley y Justicia (PiS) está en el poder desde hace dos mandatos.
Mucho menos se puede dejar de lado el ascenso político de Giorgia Meloni en Italia, los giros en Grecia y Portugal. Completa el cuadro lamentable de esta mutación política de ascensión de la ultraderecha que esta cogobierne en Finlandia y Suecia.
El triunfo de la ultraderecha francesa en esta primera vuelta es una mala noticia para México, tomando en cuenta que Donald Trump se perfila con fuerza en Estados Unidos.