La migración, una cuestión de conciencia humanitaria

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  • Bernardo Barranco

Estado de México /

La migración es un fenómeno complejo que rebasa de lejos la movilidad humana. Las causas de las migraciones son espinosas y siempre ha existido. Han sido un factor de enriquecimiento de la humanidad. La quema de pertenencias a campamento de migrantes venezolanos en Chile es una señal deplorable para toda la región latinoamericana. En Iñique, norte de Chile, se presentó un episodio vergonzoso. Con amenazas xenofóbicas y quemas de las modestas posesiones de los migrantes venezolanos indocumentados terminó en un hecho lamentable de repudio violento al campamento venezolano

Desdichadamente, en México no nos quedamos atrás. La migración, los nuevos bárbaros, incomodan no solo a las grandes naciones industrializadas noratlánticas. La falta de solidaridad hacia el migrante por parte de las supuestas grandes naciones, desnuda éticamente a países como Alemania, Francia, Inglaterra y EUA. Naciones que se sienten superiores pero que no muestran compresión ni sensibilidad hacia familias valientes en extremo, que dejan todo atrás para buscar mejores expectativas de vida. 

Detrás de la migración hay complejos problemas estructurales. Se deben enfrentar las causas que están de fondo: la pobreza, la injusticia, la depredación de la naturaleza, las dictaduras políticas y la falta de oportunidades. La migración toca el corazón de los derechos humanos, que desde 1948, reconoce que todas las personas son hijos e hijas de la misma tierra y por tanto de la casa común. Nadie tiene la facultad de rechazar la condición humana por causas de seguridad nacional, raza, cultura ni credo.  

En México el problema se ha venido agudizando con los haitianos. Autoridades del municipio de Acuña, Coahuila, comunicaron que hay desbordamiento migratorio en la frontera coahuilense y la de Del Río, Texas. Ya que en las últimas semanas han arribado más de 15 mil haitianos. Al otro extremo del país, obispos de Chiapas han expresado su preocupación por el crecimiento de la violencia y agresiones contra haitianos que han renunciado el sueño americano para buscar trabajo y acomodo en nuestro país.

Es una vergüenza que Donald Trump haya hecho de México un gran muro fronterizo, que cuida su patio trasero ante los flujos centroamericanos y ahora haitianos.  El papa Francisco, desde que visitó Lampedusa en 2013, no ha dejado de denunciar las violaciones escalofriantes a los derechos de los migrantes en todo el mundo. En su visita a México en 2016 marcó su distanciamiento de Norteamérica.

El problema es complejísimo y su solución no depende de un solo país. Se deben encontrar soluciones regionales con un agudo sentido humanitario. 

Bernardo Barranco 

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