Han causado gran controversia en la opinión pública y en la clase política las reuniones y acuerdos que han tenido los cuatro obispos de Guerrero con grupos delincuenciales como la Familia Michoacana, los Tlacos y los Ardillos.
Si algún funcionario público o actor político admite reuniones y acuerdos con el crimen organizado, lo “linchan”. ¿Por qué ocurre algo distinto con el clero? Máxime si dichos acercamientos acontecieron en 2023 y recién los hacen públicos en pleno proceso electoral. En efecto, José de Jesús González Hernández, obispo de la Diócesis Chilpancingo Chilapa, dio a conocer que él y sus homólogos de Ciudad Altamirano, Acapulco y Tlapa de Comonfort hablaron en 2023 con los grupos criminales que se disputan Guerrero. En concreto, La Familia Michoacana, Los Tlacos y Los Ardillos.
Los obispos justifican dichas iniciativas para proteger y solidarse con numerosas comunidades que sufren despojos, violencia y asesinatos. Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el periodo de enero-noviembre de 2022 hubo en Guerrero mil 250 homicidios dolosos, promedio de 3.7 por día. Los obispos dan voz a los sin voz. La intención es encomiable, sin embargo, ¿la iniciativa resta potestad y legitimidad a la autoridad?
Más allá de todo reproche, la osadía clerical pone en evidencia la ausencia del Estado en vastas regiones de Guerrero. O indiferencia gubernamental que desde hace quinquenios ha consentido por permisividad o colusión el desarrollo y crecimiento de las bandas delictivas.
Grupos de católicos y evangélicos reprueban que los obispos pacten con el crimen organizado. Diversos estudios y piezas periodísticas muestran que muchas veces estos cárteles son generosos con la Iglesia. Las llamadas narcolimosnas. Los delincuentes son creyentes y fanáticos, portadores de un pensamiento mágico de invulnerabilidad. Demandan protección sagrada de la buena y de la mala.
En cambio, los obispos en general han apoyado a sus iguales en Guerrero. Llama la atención que las declaraciones individuales y en el comunicado conjunto los obispos cuestionan severamente la estrategia de seguridad del actual gobierno. Como dicen los clásicos: en política no existen las coincidencias.
Todo el sistema político se hace más vulnerable en los procesos electorales. Ahí la Iglesia ha sabido instalar su agenda y demandas, tales como política de seguridad y de migrantes, interlocución privilegiada e introducir el catecismo en escuelas públicas, entre otros.
A río revuelto, ganancia sagrada.