Un país que siente con la cabeza y piensa con el corazón no siempre es irracional. Uno puede entusiasmarse con los cambios de una nación, o mejor, el rescate que se hace de aquello que le arrebataron los que racionalmente creyeron que privatizar los recursos de un pueblo era el camino del progreso. Unos cuantos que decidieron el destino de México. Los mexicanos, por mayoría, han optado por estar satisfechos con los desafíos de un presidente que en seis años le dio vuelta al rostro de
la República.
Andrés Manuel López Obrador puso un cristal a las palabras dirigidas al pueblo. Sin libros rebuscados, sin discurso escrito hace historia al regresar los recursos que le había arrebatado el neoliberalismo. Un neoliberalismo acompañado por voces pensantes de las últimas décadas que ya son pasado. Pareciera que México se quedó sin pensamiento intelectual, o más bien los desenmascaró. También pensar es un asunto moral, más allá de la razón simple. Las redes sociales se han encargado de satanizarlos, satirizarlos, denunciarlos, aplastarlos. Las encuestas no mienten y les otorgan abucheos por debajo de los 30 puntos, frente al 73 por ciento de aprobación al mandatario. Éticamente los hizo pinole.
AMLO se va pero su presencia queda con nuevas leyes constitucionales. La revisión de los caminos de la prudencia será prioridad de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, una científica que colaboró en la unicidad del Bosque de Chapultepec y el Lago de Texcoco (Ciudad de México es más verde que antes de 2018). Un presidente que deja infraestructura portuaria, de caminos y ferrocarriles como nunca en nuestra historia. El sur despertará de su pobreza con el Tren Maya (con 10 museos prehispánicos alrededor) y el Interoceánico. La oposición no quiere ver lo que la inmensa mayoría de mexicanos respalda.
No se va terso de su mandato. Hay batallas en camino en un país de carencias a pesar de sus riquezas. La corrupción, el tráfico de influencias, la salud y la seguridad seguirán siendo prioridad en el sexenio que viene. Pero algo queda claro: hay menos pobres en México y eso hay que aplaudirlo. Con las manos frías y el corazón ardiente, AMLO deja creciendo la hierba: adiós, Presidente.