Juan Gabriel

Ciudad de México /

Vuelvo a escribir tu nombre cuatro años después de tu partida. Con tu muerte sepultaste al comentarista que en mal momento te llamó naco, cuando una nación lloraba tu ausencia y alababa tus canciones. Faltó poco para que casi un millón de personas fuéramos a cantarte a Bellas Artes. Las radiodifusoras y la televisión repetían tus interpretaciones y eras tú el que pedía para sí mismo háblame de mí.

Imposible no acordarse de aquel muchacho que sin dinero ni nada que dar llegara a la capital a buscar el triunfo como artista popular. Hambre, cárcel y trabajos mal pagados al principio no te hicieron caer en el abismo y superaste con tus letras la tempestad de esa realidad que a tantos decepciona pero no a ti porque traías amor para dar. Convertiste tu vida en obra en la misma ciudad y con la misma gente.

Fue una tarde del 28 de agosto de 2016 que las noticias vomitaron lo que nadie quería creer. Si lo que se ve no se pregunta era imposible creer que así fue. Andabas triunfando en Estados Unidos, de gira, como si fueras un novato consolidando una carrera donde los éxitos se renuevan con otros intérpretes. Abriste tu último concierto con “México es todo”: único, mágico, fantástico; músico, rítmico y romántico; exótico, turístico y muy plácido. Identidad nacional, hispanoamericana, esa que aún no alcanzamos a procesar los mexicanos.

Cantas, brindas, bailas, contagias a todos con tu ritmo, con tu tono, con tu ambigüedad sexual. Dieciocho plumas, entre escritores, poetas y cronistas te recuerdan en un libro posterior a tu descanso: “Del que ha sufrido la pasión de todos”. “El abanico de su androginia”. “El sufrimiento en un estado de gracia”. “Es bien chingón el puto”. “¿Juan Gabriel sería inmortal aunque Alberto falleciera?”. “El joto que arrodilló al machismo”. “No escatimó el poder de su garganta”. “El ídolo de las joteras”…

Nos dejaste discutiendo sobre la libertad de expresión, el derecho a la diferencia, las intromisiones en tu vida privada, los pleitos por tu legado. Hoy andan tras la pintura que Rivera hiciera a María Félix, sin que la autoridad la encuentre. México te perdonó todo y uno no puede menos que alabarte, agradecerte, venerarte y pedirte que no dejes de cantar, Querida…

  • Braulio Peralta
  • juanamoza@gmail.com
  • Periodista, ensayista y editor. Autor de Otros nombres del arcoíris, El poeta en su tierra, diálogos con Octavio Paz y De un mundo raro, un libro de crónicas de sus personales viajes como corresponsal en España. Publica todos los lunes su columna La letra desobediente.
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