Lo que se diga de ella se quedará corto: a los nueve años supo que no tenía cabida en su seno familiar. Se descubrió mujer trans siendo una niña y huyó para encontrar su destino. Menor de edad ya era prostituta y drogadicta. Por drogas, en una redada cayó en la cárcel; allí donde logró su rehabilitación “de la noche a la mañana, por pura voluntad”. Lo que siguió fue convertirse en mujer de causas: atender primero a pacientes con VIH y después a prostitutas trans de la calle. Hoy es fundadora de dos instituciones, Casa de las Muñecas Tiresias y la Casa Hogar Paola Buenrostro.
Su eficacia política es ejemplo de lucha y carácter: fue ella la que vio en vivo el asesinato de Paola Buenrostro, en 2016, con grabaciones contra el homicida, Arturo Felipe “N”, a quien las autoridades liberaron. Sigue libre. Ocho años después de aquel crimen de odio la Ciudad de México acaba de aprobar la ley con el nombre de la víctima por transfeminicio. La capital, junto con Nayarit, son los únicos lugares que tipifican el delito contra mujeres trans con penas de 35 a 70 años de prisión.
A Kenya Cuevas las trans le deben esta ley y muchísimas cosas más, por crímenes, injusticias, vejaciones de todo tipo por un oficio satanizado desde tiempo inmemorial. La ley Paola Buenrostro fue un proyecto de ley impulsado desde 2021 que hasta este jueves pasado fue aprobado, apoyado por los diputados Temístocles Villanueva y Salma Luévano, otra trans, de Morena. El documental de Gisela Delgadillo o las entrevistas que puedan encontrar en redes sociales dan mejor cuenta de lo que diga de esta valiente mujer: un discurso articulado de una trans de escaso estudio pero con intuición y sagacidad que muchos más que se dicen licenciados no tienen y apenas saben de qué va la vida.
No conozco el universo trans pero en la historia del movimiento LGBT+ les debemos enormes causas. Son las primeras que dan la cara en nuestras luchas sociales (no son solo la foto de los medios en las marchas por el orgullo gay, medios dados a fotografiar lo “exuberante” de nuestro activismo). Su valentía es a prueba de balas defendiendo su derecho al trabajo.
Por mujeres como Kenya Cuevas vale la pena continuar en las causas del colectivo LGBT+.