Frida Kahlo escribió cartas, recados, postales a quien fuera el amor de su vida: Diego Rivera. Le escribió un testimonio, “Retrato de Diego”, para el catálogo de la exposición Diego Rivera, cincuenta años de labor artística, en 1949. Fragmentos de ese texto es el que hemos estado escuchando, dicen, en voz de la Kahlo, que Rina Lazo y Guadalupe Rivera Marín se han encargado de desmentir. Otros han dicho que puede ser Amparo Garrido... Pero nadie apuesta porque sea voz de Frida.
Uno no entiende por qué Alejandra Frausto, Secretaría de Cultura, ni siquiera ha hablado del origen del relato que da pie a esta historia, donde es fácil advertir ignorancia. Dieron una conferencia de prensa para dar a conocer el “hallazgo”, sin tener fuentes precisas del mismo. Una pena. Con el libro de Raquel Tibol, Escrituras de Frida Kahlo, publicado por Lumen en 1999, bastaría para entender el entuerto.
Pável Granados es un investigador del mundo de la música y actual director de la Fonoteca Nacional —donde encontraron la grabación proveniente de España—. Lamentamos que lo lleven al malentendido de proporción mundial, siendo Frida Kahlo objeto del mercado del arte y ambición desmedida de la familia. La noticia le dio la vuelta al planeta porque al dar a conocer la supuesta voz de Frida, importa poco para los mercaderes. El plato estaba bien servido.
Sin duda es una grabación profesional, con voz de locutora o actriz, pero no es Frida Kahlo. Alejandra Frausto tendría que dar una amplia explicación, entre las muchas que debe en su errático camino de apenas seis meses en la Secretaría de Cultura. Seguramente Pável Granados le advirtió de las dudas que había sobre el origen y autenticidad de la noticia. No oyó. Le bastó asumir que era una especulación y se lanzaron a la arena. ¿No tienen más que ofrecer? ¿No sabían que Rina Lazo, Guadalupe Rivera Marín y otros desmentirían inmediatamente que no era la voz de Frida Kahlo? Cuando no hay cultura aparece el espectáculo, o el misticismo primitivo e inculto de lo sucedido en la Torre del Bicentenario.
Escrituras de Frida Kahlo está prologado por Antonio Alatorre. Escribe: “La escritura de Frida me gustó mucho. Seguramente lo primero que me llamó la atención fue la naturalidad de su lenguaje, su afición a lo coloquial mexicano…¡Qué bien sabe la fuerza expresiva que llegan a tener (sus palabras)! Frida se entiende a las mil maravillas con su lenguaje mexicano… Lo mejor de todo es el “retrato de Diego”… excepcional… espontáneo —y tan explosivo a veces…—” (Podemos leerlo, de la página 408 a la 420 del libro. Pero a las autoridades no se les da la lectura…)
Con lo escrito por Alatorre queda claro que Frida era una maestra en la escritura de coloquialismos y mexicanismos que atrapan a cualquiera. Frida, con su voz, uno la imagina exactamente como lo describe Alatorre. Un libro que tuve el honor de editar en 1999, curiosamente con autorización del extinto Conaculta. Investigación de Raquel Tibol a la que herederos del Fideicomiso Rivera-Kahlo le quitaron los derechos, cuando el libro iba en su tercera edición… ¿Sabrán las autoridades aquilatar su historia? Lo que Jesusa debe pedir es la destitución de Frausto, no de las becas…