Mónica Maristain

Ciudad de México /

Matamos más rápido en redes sociales que lo que dura un duelo. Decimos “lo sentimos”, con hipocresía. Mónica Maristain dejó el plano terrenal. Periodista cultural argentina que desarrolló su oficio aquí, desde el año 2000. Tuvo  ascensión y caída porque era confrontadora hasta su muerte. Se le quiere en el medio por su profesionalismo, buena escritura y enorme capacidad para el asombro. No hay grandes reporteros: ella es una rara avis que amaba la literatura, básicamente. Su libro sobre Roberto Bolaño es necesario como lectura para conocer al autor de Los detectives salvajes. No es poco que un periodista sea reconocido por la huella de una obra.

Pero murió en plena pobreza. Eran escasos los apoyos a su último proyecto periodístico por el que dio la vida, Maremoto Maristain, un espacio por, para y con la cultura. Ser independiente cuando ya pasaste por el periodismo oficial de diarios y revistas, levantar tu idealismo con ánimo de batalla le ganó la vida. Tuvo que emigrar al norte de la ciudad porque el alza de rentas la marginaron a la periferia. Uno se sorprende de tantos hipócritas lamentando su partida. ¿Para qué ahora que ya se fue? Pudimos demostrarle verdadero afecto haciendo lo que ella hacía por nosotros: entrevistarnos, escribir de nuestras obras, difundirnos. Es cinismo que más de uno agradezca que siempre se ocupó de su literatura, sí, pero ¿quién se ocupó en apoyarla a ella?

Amigos cercanos andaban consternados por enterrarla, su cuerpo pudo quedarse en un forense. La familia no aparecía y hasta ayer fueron sus exequias. ¿Ninguna autoridad de la FIL Guadalajara, de la UNAM, la cultura pudieron hacer algo para no llegar a semejante situación? Sensibilidad cero, lamentaciones, hartas, que no funcionan para efectos prácticos. Qué ingratitud para un ser como Mónica Maristain que sí, era difícil, pero ¿morir así? No fui su amigo pero sí lector de su trabajo, sólido, comprometido y crítico. Su último libro parecía anunciar su muerte: “Tengo que estar óptima para un destino antióptimo, un lugar de vacío donde me perderé para siempre… ¿Tendré algún lugar para morir o alguien pateará mi cuerpo en alguna calle desconocida?” Triste, como la vida. Leyó hasta su muerte.


  • Braulio Peralta
  • juanamoza@gmail.com
  • Periodista, ensayista y editor. Autor de Otros nombres del arcoíris, El poeta en su tierra, diálogos con Octavio Paz, De un mundo raro, un libro de crónicas de sus personales viajes como corresponsal en España, y El clóset de cristal. Publica todos los lunes su columna La letra desobediente.
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