"El que esté libre de pecado, ¡que arroje la primera crítica!"... dice -bíblico- el evangelio según San Alfonso… Zayas.
Representaba exactamente lo que es el mexicano promedio en su más desinhibida esencia… era el reflejo de lo que somos o hemos sido… de tiempo completo o aunque sea en algún momento. En todas las clases sociales -por estricto orden descendente-: en la alta, en la media, en la baja… y en el gremio de los periodistas. Nos guste o no ver la realidad. Así que nadie se espante en este asunto de mirarse… en el espejo.
Zayas pertenece a la monarquía de la cultura popular mexicana y de la más pura y sagrada picardía nacional… eso que es lo único que todavía un poco nos distingue del resto de la humanidad. Alfonso Zayas… este nombre debería estar inscrito con letras de oro en el muro de las verdades incómodas.
Se nos murió hace un par de jueves… tenía 80 años y 8 días, bastante más que bien vi-vi-dos… imposible quitarle ‘lo bailado’. Ganó mucho pero mucho dinero, pero se divorció muchas pero muchas veces. Y acabó de perder lo juntado cuando pretendió montar un centro nocturno de cinco estrellas en Cuernavaca, Morelos, donde radicaba hacía más de 30 años. Digamos que le faltaba eso que se necesita para ser un buen empresario… básicamente porque Alfonso era una persona buena.
Nacido el 30 de junio de 1941 en Tulancingo, Hidalgo, decía con orgullo "¡soy tuleño!" (ni modo de desaprovechar esa oportunidad que le dio la vida de fregarse al prójimo). Miembro distinguido de la dinastía de los Inclán -su apellido materno- creció en y comió de las carpas. Su papá era músico sketchero y su mamá, Dolores Inclán, bailarina y actriz. Sobrino nieto de aquel villano del cine blanco y negro, Miguel Inclán, y de Lupe Inclán. Sobrino de Raúl Chato Padilla (Jaimito el Cartero), quien se casó con Lilí Inclán y tuvieron por hijo a Raúl Padilla Chóforo, su primo… y primo también -muy cercano en la vida y el oficio- del querido Rafael Inclán.
Alfonso Zayas en su primera comunión.
Primo-muy cercano en la vida y el oficio- del querido Rafael Inclán.
El padre de Zayas -que se llamaba igual- se convierte a mediados de los años 50 en el primer delegado de la Asociación Nacional de Actores en Televicentro y eso le permite a aquél colarse como jalacables. Alfonso no acabó ni el primero de secundaria y su experiencia no pasaba de ser mandadero… pero ya tenía varios diplomados en la dura calle. Pronto aprende el oficio de floor manager y pasados un par de años, con la experiencia infantil y juvenil de las carpas, ya es requerido como actor de cuadro en programas como Chucherías, con Chucho Salinas y Héctor Lechuga… o en la versión televisiva de La tremenda corte, con el comediante cubano Leopoldo Fernández Tres Patines, exiliado en México desde 1959. Al paso del tiempo tiene pequeñas participaciones con Xavier López Chabelo, que siempre lo ayuda… iniciado también como floor manager, lo consideraba su compañero de sótano.
Video de capítulo completo con el famoso Tres Patines.
Otro desconocido que iniciaba era el después célebre Mauricio Garcés. Lo recomienda con Enrique Rambal que va a dirigir en el Teatro de los Insurgentes la comedia Irma la dulce, con Silvia Pinal y Julio Alemán. Y ello se convierte en la entrada al terreno artístico que Zayas siempre consideró el más importante y el que más disfrutó a lo largo de su longeva trayectoria: el teatro. Por encima de la televisión y del cine, que tanta fama y fortuna le dieron.
Debutó en teatro con Silvia Pinal y Julio Alemán en ‘Irma la dulce'. A un lado, Rogelio Guerra. Teatro de los Insurgentes 1962.
Hizo mucho teatro con su amigo Mauricio Garcés.
En la tele se consagró haciendo comedia familiar a partir de 1969 como Tacho a lo largo de 14 años en La criada bien criada, protagonizada por María Victoria y compartiendo créditos con Joaquín García Borolas y con Jorge Arvizu El Tata; la serie derivó con el mismo elenco en Mis huéspedes, de 1979 a 1983. Y paralelamente, otra mujer, pieza fundamental en el reino del humor blanco… María Elena Velasco La India María, lo protege y lo lleva en once películas, entre las cuales encuentran La madrecita, La presidenta municipal o El miedo no anda en burro.
Bajo aquella máxima de que "chamba es chamba", acepta un mal papel en Golpe a la mafia, una mala película estelarizada por Jorge Rivero… que para lo único que sirvió fue para que lo descubriera Gilberto Martínez Solares, el director fundamental y padre cinematográfico de Germán Valdés Tin Tan. Ciertamente, Martínez Solares mostró de nuevo que donde ponía el ojo ponía la bala. Entendió que Zayas, sin dar la pinta ni de guapo ni de alto ni de millonario… era el actor ideal para conectar con el gran público. Su encanto radicaba en aquella misma naturalidad que tenía Tin Tan, aunque claro, ahora con las formas de otra época, diametralmente distinta. Era el galán de barrio más que creíble... perfecto.
Y bueno, el desafío a la moral y a las siempre terribles buenas costumbres, estuvo en mostrar al México en paños menores, literalmente, al que no se quería ni ver… y cuanto menos escuchar: "¡qué vulgar!".
En 1980, Zayas tuvo su primer estelar en este cine que imponía una nuevo género… el de las sexycomedias y que de paso, salvó económicamente a la industria cinematográfica mexicana. El pueblo-pueblo-pueblo (hombres y mujeres) no se ofendió… sabía que así era lo que era… y acudió en masa durante 12 años a desbordar las gigantescas salas de cine… 4 o 5 mil personas por función. El amo y señor de la taquilla, tenía nombre y apellido: Alfonso Zayas. Rebasaba a las cintas de Sylvester Stallone traídas a México. Y de ahí pa' abajo. Protagonizó unas 60 películas en gran formato… y luego otro tanto en los llamados videohomes.
Era el México ochentero de las devaluaciones, gobernado por López Portillo que terminaba expropiando la banca y con el temible Arturo Durazo como jefe de la Policía… el México de Miguel de la Madrid y las interminables crisis económicas, al que le estallaba San Juanico y se derrumbaba con el terremoto del 85… el de Manuel Bartlett al que se le caía el sistema electoral para llevar a Carlos Salinas de Gortari al poder. Entre albures y dobles sentidos y ficheras (siendo una realidad lo uno y lo otro y lo otro), Zayas, mitigaba. Y bailaba una cumbia en un edificio multifamiliar con Luis de Alba y Tun Tun en El día de los albañiles: los maistros del amor: ¡Ay, qué pachanga!.
El número de ‘Ay qué pachanga’. 'El día de los albañiles’, con Luis de Alba y Tun Tun.
Acá un breve paseo por los títulos, casi de culto, que dan cuenta de ese México real:
- Hilario Cortés… el rey del talón
- Esta noche cena Pancho
- Sexo, sudor y lágrimas
- Los plomeros y las ficheras
- Unidos por la garnacha
- Las andanzas de Agapito
- Noche de recamareras
- De chivo los tamales
- De naco a millonario
- Los verduleros: los marchantes del amor
- El rey de la azotea
- El rey de las ficheras
- Las vedettes
- Desmadre mexicano
- Mi vecino Sancho
- Macho que ladra no muerde
- Tres lancheros muy picudos
… y tres veces etcétera.
Escena con César Bono. ‘La negra Tomasa’.
La lista de actores y actrices de la época es muy grande. Acá algunos: Rafael Inclán, Lalo el Mimo, Luis de Alba, El Caballo Rojas, César Bono, Chóforo, El Flaco Guzmán, El Flaco Ibáñez, Pedro Weber Chatanuga, Condorito, el Pelón Solares, Víctor Manuel el Güero Castro (considerado el guionista creador del género), Sergio Ramos El Comanche, René Ruiz Tun Tun (el fiel escudero de Tin Tan antes y de Zayas después)… y de ellas, Sasha Montenegro, Angélica Chaín, Isela Vega, Merle Uribe, Lyn May, Maribel Guardia, Wanda Seux, Rossy Mendoza, Irma Serrano, Lina Santos, Carmen Salinas, Maribel Fernández La Pelangocha. Zayas, a la cabeza de esta lista más los que falten para completarla.
A partir de 1999 y hasta 2015, Alfonso volvió al humor blanco, que nunca lo abandonó. Durante 16 años formó parte del cuadro de actores de Sábado Gigante, con Don Francisco, en un sketch siempre esperado -cuando había que esperar- por el televidente.
Más allá de la imagen pública del personaje que predominó… siempre encontró la manera elegante para señalar que él bautizo al género como cine de ficheras, le era despectivo, en tanto "se hizo para divertir al pueblo, no a los críticos", decía, y en tanto dio de comer a miles de familias a partir de producir momentos de alegría en un México que, ha cambiado en sus maneras… guarda algunas formas… ha eliminado otras… y muchas, no… pero que exactamente así era. Y había que mostrarlo.
En su trato personal era muy educado -caballero, especialmente con las mujeres- e simpático involuntario… el hada lo había tocado con la vara mágica de la gracia natural. Nunca fue chistoso a fuerzas. Bajo de estatura y bien vestido… elegante, incluso. Un tipo sin ataduras -desbocado durante muchos años-. Siete matrimonios y nueve hijos. Uno de ellos, Luis Alberto, el mayor, fue motivo del más grande dolor de su vida… cuando el 1 de noviembre de 2005, murió a los 44 años de edad al estrellarse en San Luis Potosí, en un helicóptero… era piloto privado de una empresa regiomontana.
Salvado por la ejercicio de la risa a pesar de todo, Zayas sobrevivió a ello… y a dos infartos y a una operación de corazón abierto y a un par de cánceres y a una peritonitis. Y a una crítica despiadada de su cine, que nunca le quitó el pie del cuello. Una crítica que hoy tiene que aceptar su nombre en alguna lista a realizarse por el público, con los cinco personajes más importantes y rentables y queridos del cine mexicano.
Para que se lo sepan. Su influencia… su huella… su presencia en la memoria popular, es tan fuerte, que se ha dejado sentir en distintas veredas. Lo mismo con pinceladas en personajes muy auténticos interpretados de por otros comediantes… se me ocurre el muy exitoso de El Vítor, que interpreta Adrián Uribe. O hasta musicalmente… por ahí existe un tema de la banda Los Tiburones y que se titula: Alfonso Zayas y Tun Tun Vs. las ficheras galácticas. Y por supuesto el video que como tributo hizo con él la banda noventera de rock-rap Molotov del tema Parásito. Todo en lo que participó este hombre era motivo de éxito… y no fue la excepción: en 1999 estuvo en el codiciado Top Ten of Billboard Modern Rock Tracks.
El famoso video que hizo con Molotov. ‘Parásito’.
O en la dramaturgia contemporánea, hace unos tres años se presentó en el foro El Milagro, una obra de teatro escrita por Luis Ayhllón llamada Las 1000 máscaras de Alfonso Zayas, donde la pregunta y premisa que se presentaba en el programa de mano era: "Si la vida se desmorona, es necesario encontrar un guía: ¿Somos el resultado de una sociedad forjada por adultos que soñaron ser Zayas?". Un fenómeno sociológico, sin discusión. Para discutir.
Siempre que le preguntaron cómo quería ser recordado, Alfonso Zayas respondía: "¡… por mis deudas!" Será cuestión entonces de hacer cuentas. No vaya siendo… que le quedamos a deber. Algo más que una lana.
@diazbarriga1