Entero, brillante, siempre en la cosecha… porque nunca deja de sembrar. Su memoria es la de un elefante… y sus alas, las de un colibrí.
Nació un 7 de diciembre en Mérida, Yucatán, y aunque se publique en todos lados que Armando Manzanero está cumpliendo 85 años… son 86. El primer llanto sucedió en 1934, pero lo registraron un año después. La cifra es irrelevante. Ultimadamente, se ve como un chamaco de 85.
El ‘mejor’ autor o compositor es y será el creador de la canción que a cada quien más le guste… el más importante, se mide con otras varas. Y no es un mal momento para que en este bello y quisquilloso país, se le deje de regatear a Manzanero su lugar como el más importante autor y compositor mexicano de todos los tiempos.
Agustín Lara es inmenso en todos sentidos… el amo y señor hace 50, 60, 70 años… algunos desfasados errantes nocturnos, todavía lo sentimos y lo cantamos. José Alfredo Jiménez, inmenso… aún hoy, nos hace vibrar a los vagos con doctorado, que nos sentimos orgullosamente esos mexicanos que ya no somos, pero que queremos ser… en lo que se acaba la botella y se apaga la parranda. Hace ya varias décadas, la inmensa Consuelo Velázquez… puso de moda una canción, Bésame mucho, en mil idiomas…en mil voces… de Los Beatles para arriba y para abajo y para un lado y para el otro. Una canción. Manzanero, desde hace 60 años y al día de hoy, tiene sonando 50 éxitos en todo el planeta. A partir de ahí, lo que se quiera discutir.
Sus letras y su música han sido esparcidas desde hace seis décadas… por el más humilde trovador callejero o por Elvis Presley, que al igual que Celine Dion grabó Somos novios (en inglés It’s Impossible). Pasando por Frank Sinatra o por Tony Bennett con Yesterday I Heard the Rain (Esta tarde vi llover) o por la legendaria brasileña Elis Regina… que hizo una joya con Me deixas louca (Me vuelves loco, traducida al portugués por el novelista Paulo Coelho).
Breve muestrario de grandes intérpretes: Lucho Gatica, la Guillot, Celia Cruz, Ma. Dolores Pradera, Pedro Vargas… y Marco Antonio Muñiz, Angélica María, José José, Julio Iglesias, Raphael… y Luis Miguel, Tania Libertad, Eugenia León, Pablo Milanés, Freddy Noriega, Pancho Céspedes, Alejandro Sanz… y Plácido Domingo y Andrea Bocelli… y ahora Alex Lora, El Cigala, Rodrigo de la Cadena y Joy Huerta y Pablo Alborán y Sebastián Yatra. Todos. De otros tiempos y de éstos y de los que vendrán. Canciones importantes: las que se sepan.
Hace cinco años la revista Billboard publicó la lista histórica, por su trascendencia, con las 50 mejores canciones de la música latina en el período 1920-2015. La número uno fue Esta tarde vi llover, detrás quedó el Mambo No. 5 de Pérez Prado y en tercer lugar la citada Bésame mucho; en cuarto lugar La vida loca -exito de Ricky Martin- y en quinto El día que me quieras de Gardel y Lepera.
Los reconocimientos van del Grammy Honorífico por Trayectoria (que le otorgaron la misma noche y por las mismas razones, a él y a Los Beatles)… al beso anónimo de unos ocultos enamorados.
Por la admiración que le tenía, Gabriel García Márquez quiso hacer un disco de boleros con Manzanero… con letras del Nobel colombiano y música del noble mexicano. Nunca se concretó. El autor de El otoño del patriarca lo intentó… pero no pudo. Y se rindió.
Con la profundidad que los años le han dado a su voz, el siempre querido don Armando ahora podría hacer un disco de tangos… ¡qué bien los canta!; su favorito, La luz de un fósforo de Enrique Cadícamo (Nostalgias, Los mareados, etc.). Y además, tiene algunas canciones con toda esa estructura… cuestión de ponerle un bandoneón a aquella que dice ‘Yo sé que volverás, cuando amanezca…’, y a ver a qué les suena.
Lo rudos siguen en la pelea: que si son baladas, que si no son boleros… que si tal pieza es de doce octavos y el bolero es de cuatro cuartos. Manzanero tomó -como siempre lo ha dicho- la ruta que le trazó en el piano el colosal Vicente Garrido (su hermano blanco), con un singular encanto armónico abrazado por letras bellas pero sencillas, cercanas… sin excesos de miel. Tiene un sonido único. No hace baladas ni hace boleros… hace manzaneros.
Desde 2010 preside la Sociedad de Autores y Compositores de México, la más relevante de América Latina. Esta a todo dar. Canta mejor que nunca Nada personal (inspirada en Laura, la mujer que ama) o Voy a apagar la luz… en Do mayor. Va al mercado por pimienta de Tabasco para cocinar -su mayor pasión… por sobre la música-. No es de lujos… su única obsesión terrenal es vestir bien. Puntual, como actor de teatro. Hay que fajarse para hablar con él de cine. Fanático del circo. Comelón diplomado. Su muy ácido sentido del humor, como su inteligencia… inagotable. El mayor de todos sus dones: la conversación.
Bienhablado como ninguno: sabe acomodar las mejores malas palabras en el lugar y el momento perfecto… con categoría inaudita. Hace no mucho trajo algún problema pasajero en un pie y recuerdo el momento en que al entrar apoyado con bastón a un estreno, a una tierna reportera se le ocurrió preguntarle: “¿Maestro, cómo sigue?” Respuesta caballerosa: “Todavía un poco cojo, m’hijta. Pero bien”. Sublime.
Su vida es la canción de un hombre que creció 1.54 mts… y no habrá quien lo alcance, jamás. Sigue pareciéndose a aquel dulce niño indígena a cuya casa llegó la luz eléctrica hasta que tuvo 10 años de edad… y al que la abuela Rita -que no hablaba español- despertaba amorosa en maya: ma'alo'ob k'iin in chan dzul, ma' asab weenel (“Buenos días, mi pequeño caballero. No más sueño”). Consígnese hoy, a manera de mañanitas.
Más larga vida aún a Armando Manzanero. Que cada amanecer, mueva esas alas suyas de colibrí. Para asomarse como se asoma, cuando menos lo esperamos, una y otra vez… a nuestra ventana.
El video completo con El Cigala es magnífico. Cantan Somos novios al minuto 3.40