Jorge Ortiz de Pinedo… respirar como sonreír

  • MILENIO Retro
  • Carlos Díaz Barriga

México /

Jorge Ortiz de Pinedo, no de ahora, entendió algún día que respirar no es un milagro… es un acto de lucha. Por vivir… y con una sonrisa. Después de una, dos o tres historias que acá se contarán, esto quedará un poco más claro.

Nació un 26 de marzo de 1948 en la capital de Colombia cuando el Bogotazo (guerra civil que duró 10 años) estaba a punto de estallar como estalló el 9 de abril. Sus padres, los actores Óscar Ortiz de Pinedo y Lupita Pallás lo perdieron todo… e igual que todo Bogotá, se incendió el teatro en el que trabajaban con todas sus pocas pertenencias. ¡Cual torta bajo el brazo!

El 'Bogotazo' de 1948.


Primeras imágenes de Jorge Ortiz de Pinedo. Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Para salvar la vida con el recién nacido en brazos, cruzaron en llama por los Andes a Venezuela… ahí, a juntar dinero en el sombrero con un espectáculo cómico ambulante donde mamá y papá se hacían llamar Guadalupe y Verdolaga. Luego la eterna travesía casi de polizontes en un barco mercante que los regresó a Veracruz.

Se instalan en la mansión de los abuelos maternos -gente que igual comía al día del teatro-: un cuarto de vecindad en la mera Lagunilla… Honduras 17, interior 2… a la vuelta de Garibaldi y colindando, pared con pared, al intenso Guadalajara de noche. A unas cuadras para acá de Tepito, de la calle del órgano y sus muchachas, del Iris, del Tívoli y otras para allá de Bellas Artes… a una de la Arena Coliseo. Rodeados por la vida. Atrapados en ella. Ni modo de no crecer.

Papá, mamá y los tres hijos: Jorge, Óscar y Laila. Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

(Lupita Pallás.

Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.)

Su madre se ganaba un poco de pan como segunda tiple en los teatros cercanos (el Lírico, el Follies, etc.) haciendo sketch con los cómicos más importantes de la época: Cantinflas, Tin Tan, Clavillazo, Resortes. Y su padre, sin gloria ni fama todavía, jalando lo mismo en teatros de bolsillo que en Bellas Artes bajo la dirección de Salvador NovoLo poco que había para comer, caía con dignidad: del teatro y sólo del teatro.

En el camino, Óscar Ortiz de Pinedo (cubano de origen) se colocó en una primera película y luego en otras 120, que le dieron con justicia mucha fama y sobre todo, el cariño del público en teatro, televisión y cine, hasta el final de sus días (1978). 

Un día hablaremos ampliamente de él, pero destacó por su presencia en cintas como Desnúdate Lucrecia, con la Pinal; Una movida chueca, con Clavillazo; Los paquetes de Paquita, con María Victoria; Abajo el telón, con Cantinflas; El Sultán descalzo y Las aventuras de Pito Pérez, con Tin Tan y en la recta final, ya en los años setenta con María Elena Velasco, La india María, en La madrecita y El miedo no anda en burro. Aunque su enorme encanto, oficio y talento quedaron en la memoria colectiva cuando brilló como el señor Vértiz de la inmejorable Escuela de Vagabundos (Pedro Infante, Miroslava, Blanca de Castejón, Eduardo Alcaraz y Óscar Pulido).

Su padre con Óscar Pulido en 'Escuela de Vagabundos'. Memorables.


Óscar Ortiz de Pinedo con Pedro Infante en 'Escuela de Vagabundos'.

Inevitable como la caída de la lluvia, Jorge comienza a hacer pequeños papelillos en en cine. A los 8 años (este año celebra pues… ¡65 años como actor!) debuta con dos frases en la cinta Dos angelitos negros-estelarizada por Miguel Aceves Mejía y Pedro Vargas. A los 10, la hace de voceador en un teleteatro y a los 14 en teatro… supliendo a alguien durante una temporada con su padre en el Teatro Experimental de Jalisco, rentado para hacer teatro de repertorio. Hace una escena como ayudante de cocina mudo o como más puntual dice Jorge: "de un pinche mudo". Eso sí, apadrinado en el elenco por Guillermo Rivas El Borras, Pancho Müller, Polo Ortín, Carlos Riquelme y por su propio padre...  ¡qué más!

Niño… a escena. Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Inevitable, subirse al escenario familiar.  Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Ya adolescente, en la obra 'Asado a la parrilla.

Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Con su padre en ‘Las pompas fúnebres de Don Buenón’. 

Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Su padre Óscar Ortiz de Pinedo, su mejor maestro. Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Comienza a ser llamado como galán joven a los teleteatros y a las nacientes telenovelas (Barata de primavera, en 1971, con Verónica Castro; El medio pelo, Mundo de juguete, etcétera).

Participa como elenco fijo en programas de comedia memorables: con Emilio Brillas y Andrea Palma en El rabo verde, es el hermano de La Pecas en los Beverly de Peralvillo, con El Borras, Leonorilda Ochoa y Amparo Arozamena; es el cartero de La criada bien criada, con María Victoria; es uno de los niños gandallas- junto con el Caballo Rojas- en la sección Lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, de Chabelo. No acabamos.

En la obra 'Doble play', con Pancho Müller, Chabelo, Carlos Riquelme y Óscar Ortiz de Pinedo. Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Y más teatro y poco cine (una docena de cintas de las que se le recuerda mucho en dos de los años 80: Sabor a mí-la vida del compositor Álvaro Carrillo- y Gavilán o paloma- la vida de José José, quien protagoniza la película.

Conforme pasan las horas ya aparece con Fernando Soler, Sara García, Amparo Rivelles, José Gálvez, Magda Guzmán, Enrique Rambal, Ofelia Guilmain, Memo Orea, Rafael Banquells o con Carmen Montejo.

Trabaja a las órdenes de directores como Fernando Wagner, Jesús Valero o el propio Banquells, que buscan echarle una mano, abriéndole ventanas.

No, si la carrera no empieza y acaba en el Canal 2 con Cándido Pérez.  Aquel muchacho hambriento en el mejor de los sentidos, a los veintitantos se cuela a la Compañía Nacional de Teatro. Lo mismo hace Las tres hermanas, de Chéjov, que al jorobadito Dorio de Gádex en Luces de Bohemia, de Valle Inclán, o lo dirige el prestigiado maestro José Solé, llevándose todos los premios como actor revelación con La verdad sospechosa -en verso- de Juan Ruiz de Alarcón.

Se llevó todos los premios con ‘La verdad sospechosa’, de Ruiz de Alarcón. Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Con esa pista sólida, comienza el despegue desde otras plataformas. Especialmente desde la televisión. Con él a cuadro, pero sobre todo en su calidad de productor. Encuentra la fórmula del rating y la usa. Con un ingrediente que no le falla: hace teatro en TV. Siempre con grandes resultados comerciales.

De ellos se destacan, desde luego la comedia familiar del Dr. Cándido Pérez, que estuvo al aire todos los martes en la noche entre 1987 y 1993… un éxito inusitado. Y se destaca como conductor y productor de un late showAl ritmo de la noche, desde ahí da oportunidad y proyecta infinidad de nuevos talentos musicales. Y con Humor es… los comediantes, a partir de 1999 y durante muchos años, convierte al programa en un espacio para ayudar a sus compañeros en el género de la comedia, a que se den a conocer los desconocidos o simplemente tengan trabajo los más importantes. Cientos y cientos se vieron beneficiados, como lo fue él cuando chavalito y cuando tantos le tendieron una mano. El juego se llama… devolver.

El familiar grupo de ‘Dr. Cándido Pérez’. Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

Una familia de diez… comedia de situación que es adaptación de la obra El casado casa quiere, del dramaturgo español Alfonso Paso, se estrenó en 2007. Sigue al aire.

Con Eduardo Manzano. ‘Una Familia de Diez’, vigente desde 2007.Foto: Archivo personal Jorge Ortiz de Pinedo.

En el camino, oculto por la máscara de la comedia, desgarradora… patética… la tragedia se hizo presente fuera del escenario y del libreto… que tenía escrito un bello final, no respetado.

Con los ahorros del triunfo, antes de comprarse unos zapatos nuevos, Jorge envió a su madre a conocer Europa… paga el largo viaje para que vayan también su abuela materna y su muy joven hermana, Laila, de tan sólo 25 años. Al mes, la abuela decide regresar a México, ya no acompaña a Lupita Pallás -entonces de 59 años- y a Laila a una visita a Egipto.

El 23 de noviembre de 1985, el vuelo 648 de Egyptair, que toman de Atenas a El Cairo, es secuestrado por unos terroristas. Dirigen el avión hacia Libia, pero una balacera entre estos y unos agentes egipcios encubiertos despresuriza la nave que tiene que bajar de emergencia en la isla de Malta, en el Mediterráneo… unos 90 kilómetros, debajo de Italia.

Hacen todo mal en la operación de rescate. Apagan el aeropuerto y militares egipcios se infiltran por la panza del avión, se detonan balazos y bombas incendiarias y muere la mayoría de los 90 pasajeros, entre ellos, las dos únicas mexicanas a bordo.

Jorge hacía la obra Cena de matrimonios, en el Venustiano Carranza, sobre la calle de Antonio Caso, donde el productor Salvador Varela manejaba varios teatros. Antes de entrar al segundo acto, le avisan que Jacobo Zabludovsky acaba de dar la noticia en 24 Horas. Por esas cosas de esencia y nacencia, con esa piedra ardiente en las manos, entra a escena y termina el segundo acto. Ya no escucha las risas… ya no siente los aplausos. Vuela como puede haciendo todo tipo de conexiones para llegar a Malta… para reconocer y recuperar los cuerpos, solo, en un infierno del que muy pocos logran salir como él, que una semana después se había escapado… por entre las cajas de un escenario. Roto… reconquistando la entereza. Fuerte como un roble. La función tenía que continuar. Y continuó. Y continúa.

Portando una sonrisa y despertando más, tampoco pudo con él el cáncer de pulmón que apareció en 2012. Lo enfrentó victorioso en dos ocasiones, como ahora lo hace con el EPOC… como el torero que se planta a puerta gayola, esperando la salida de un toro de Miura frente a la puerta de toriles, de rodillas… con las manos firmes sobre el capote. Como quien se sabe con fiebre, arte y valentía. Nada lo ha detenido… nada lo va a detener ya jamás.

Así como da la lucha sin cuartel por proteger a los actores jubilados de La casa del actor, de entre lo mucho que no se ve al aire, de lo que no se sabe… es del apostolado que Ortiz de Pinedo ha hecho por el teatro… escribiendo, adaptando, produciendo y dirigiendo en las más -actuando en las menos, que son cientos… para que le calculen- y en donde no importa su variable condición: de visionario, de romántico o de kamikaze.

Contado lo que hemos contado, naturalmente es una fiera sobre el escenario. Y habrá quien lo recuerde por obras como Boing boing, Sálvese quien pueda, Que no se entere el presidente, 10, el marido perfecto, Tic Tac Boom, 12 hombres en pugna (que además produjo)… pero también haciendo otro teatro como El juicio de Hidalgo -dirigido por Miguel Sabido y produciendo pastorelas o Tom Sawyer o Las obras completas de Shakespeare (abreviadas) para los niños… o produciendo aquella obra del dramaturgo catalán Pau Miró, Jugadores, con un elenco irrepetible: Héctor Bonilla, Pepe Alonso, Juan Carlos Colombo y Patricio Castillo. Y produce teatro de crítica social como Éxito a cualquier precio, de David Mamet; Panorama desde el puente, de Arthur Miller o Los de en medio, que el mismo Jorge adaptó de la obra La corbata, de Alfonso Paso… sobre la realidad de los clasemedieros. Decenas y decenas más. Teatro de altura. ¿Con qué le corresponderemos quienes estamos en esto del irreversible hechizo del teatro? No alcanza.


'Panorama desde el puente'.

La obra ‘Jugadores’.


Esta semana cumple 73 años un tipo admirable -sobre todo debajo del escenario- a quien este país por esa y otras razones, ha de abrazar. Sí, el rostro de Jorge Ortiz de Pinedo tiene el mismo poder de aquella antigua máscara griega que une a la comedia y la tragedia. Es ejemplar en aquello de algunos verbos llevados a su ejercicio cotidiano: resistir… cobijado en el humor como acto de inteligencia, en la sonrisa propia y de los demás… asumiendo el bello riesgo de vivir.

Como quien al respirar… hace algo más.


@diazbarriga1


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