Era cautivadora. Era luminosa. Era absoluta. Este 23 de agosto ha muerto Rosita Quintana a los 96 años de edad. Ciertamente, más conocida y evocada como fascinante luminaria en el mejor cine mexicano blanco y negro, que como cantante, compositora o poeta; aunque fuera todo ello. Nunca ocupó el diván de diva… siempre optó por ser mujer.
Quizá la música fue el verdadero eje rector de su vida y la actuación el feliz accidente que la consagró. De hecho sus orígenes artísticos lo fueron en su natal Buenos Aires como adolescente cantante de tango en la famosa orquesta de los hermanos Julio, Alberto y Emilio De Caro. Unos años después, ya con el conjunto de guitarras de José Canet, durante una gira en Chile en 1947, le ofrecieron un contrato en la capital mexicana, para presentarse durante un mes en el cabaret El Patio. Ahí empezó la historia que hoy nos tiene acá. Aquel mes, se convirtió en el resto de su vida.
En 1948 es llamada a seis películas, entre ellas una con el legendario cómico Jesús Martínez ‘Palillo’ en Ay Palillo no te rajes. Sin embargo, el primer filme donde da ‘el campanazo’ es en Calabacitas tiernas (1949) al lado de Germán Valdés ‘Tin Tan’.
Acá la famosa escena de baile con Germán Valdés ‘Tin Tan’ y su hermano Ramón -en su debut-. ‘Calabacitas tiernas’ 1949
En total, entre 1948 y 2005 (Club Eutanasia) participa en 60 cintas… comedias, comedias rancheras, dramas o melodramas. El público cinéfilo la recordará al tú por tú con figuras como Arturo de Córdova (La ausente), de Luis Aguilar (Dos gallos de pelea), de Mario Moreno ‘Cantinflas’ (Ama a tu prójimo), de Pedro Infante y Joaquín Pardavé (El Mil Amores), de Eulalio González ‘Piporro’ y Pedro Armendáriz (Calibre 44)… pero… fundamentalmente por lo que hizo con Fernando Soler bajo la dirección de Luis Buñuel en Susana (Demonio y carne). Fue esta última sin duda su consagración… poseedora de una perversión y sensualidad inauditas.
Con Pedro Infante en ‘El Mil Amores’ 1954
El hambre nuestra de cada día que hace con Pedro Armendáriz, Ignacio López Tarso y Carlos Ancira, le da el premio a mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Moscú (1954)… lo mismo El octavo infierno. Cárcel de mujeres (1964) con el cineasta y popular cantante Leonardo Favio, en el Festival Internacional de San Sebastián.
Nada la detuvo jamás. Ni siquiera aquel terrible accidente automovilístico en pleno auge de su carrera, durante un viaje a Ixtapan de la Sal. Con la mandíbula, los brazos y las piernas fracturadas, quedó en estado de coma durante 21 días. Fue en 1961. Eso me lo platicó don Lalo González ‘Piporro’. Estaban filmando Se alquila marido y Rosita no pudo seguir con la película. Tuvo que tomar su lugar la actriz española Elvira Quintana.
Se casó solamente una vez, con el productor Sergio Kogan, propulsor de su carrera y de quien enviudó en 1964. Hicieron hogar con sus hijos Sergio y Paloma.
Participó en pocas telenovelas… menos de 10. Algunas muy conocidas como La intrusa o fue villana en La dueña. Y poco teatro, pero memorable. En Argentina no olvidan su exitosísima temporada a mediados de los años sesenta estelarizando la comedia musical Mi bella dama en el Teatro Nacional de Buenos Aires.
Acá en México, los que no alcanzamos a ver su rostro en la pantalla grande, pudimos ir a embelesarnos con su poderío cuando a principio de los años 90 hacía en el Polyforum Cultural Siqueiros La ronda de las arpías con Helena Rojo, Rosa María Moreno e Isaura Espinoza; o Pan de muerto -de Ana María Vázquez- con José Alonso y dirigidos por Germán Robles en el teatro El Granero… y por ahí del 94, en el pequeño teatro Coyoacán, la Quintana estaba suprema en su papel como la asesina Artemisa en La tarántula Art Nouveau que le escribió el dramaturgo Hugo Argüelles, amo y señor del humor negro.
En su faceta musical, esencial decíamos, hizo cosas interesantes que poca gente sabrá. Le compuso la canción Concierto ranchero a José Alfredo Jiménez quien a su vez le había compuesto a ella Una noche de julio. Y a Pedro Infante le escribió el tema Ojitos chiquitos y a Lola Beltrán le hizo Lola, la grande. Era autora de temas para telenovela, por ejemplo del de Bendita mentira que grabó Angélica María. Y entre los muchos poemas que escribió, había uno… ‘Vestida de besos’, al que le puso música el inolvidable Carlos Díaz ‘Caíto’: ‘Estoy desnuda en tus brazos / toda vestida de besos / ansiosas viajan tus manos / la geografía de mi cuerpo…’. Qué bonito escribía Rosita Quintana, que era mucho más que la aleación perfecta de gracia y belleza.
Con Musart y RCA Víctor hizo álbumes con música ranchera… temas de Cuco Sánchez, Tomás Méndez, Rubén Fuentes, Pepe Guízar o Manuel Esperón; y boleros… de Luis Arcarás, Consuelo Velázquez, Roberto Cantoral o Vicente Garrido. Por ahí andan. Le gustaban las canciones humorísticas y tenía una especial predilección por Chava Flores a quien le grabó un montón de temas, entre ellos Vámonos al parque Céfira.
En 1999 el indispensable Modesto López, promotor cultural y buscador de las arcas perdidas, encontró guardada en un cajón una antigua cinta de carrete con tangos que ella había grabado en Argentina en 1965 con grandes músicos… Domingo Federico -bandoneón-, Osvaldo Bellinghieri -piano-, Roberto Grela -guitarra-, ‘Quicho Díaz’ -contrabajo-, José Bragato -viola- y Enrique Mario Francini -violín- Y le editó un CD que es una joya. Ahí está un poema de la Quintana que se llama Charlemos, Buenos Aires -da título al disco- y al que le puso música el compositor Héctor Stamponi, que además hizo los arreglos. Y bueno… no es mal momento para recordar que en alguna línea de ese poema dice… “me llegará el ansiado descanso de vivir”.
Audio de Rosita Quintana cantando el tango ‘La cumparsita’. Grabado en 1965 y editado por Pentagrama en 1999
Solía repetir Rosita Quintana que le debía a México lo que era. Será más bien, que a una mujer como ella… México le deberá siempre, buena parte de lo que fue.