Han comenzado los juegos olímpicos de invierno Beijing 2022.
Lo que supondría una fiesta de hermandad y deportivismo, está siendo duramente relacionado a las diferentes tensiones geopolíticas que se están viviendo en la actualidad.
Como si el efecto de una pandemia que no da tregua no fuera ya demasiado, ahora debemos sumar las diferentes tensiones políticas que sufre nuestro planeta.
Desde la misma ceremonia de inauguración se pudo notar un boicot diplomático por un bloque de países, encabezados por Estados Unidos y Reino Unido, argumentando las recientes denuncias de violación de derechos humanos imputadas al gobierno chino.
La ceremonia inaugural muestra una aberrante fotografía de la escalada de tensiones entre los países aliados a Estados Unidos en contra del bloque de naciones autoritarias como China y Rusia.
Estas ausencias demuestran la polarización que existe entre las diversas corrientes mundiales y presenta una muy preocupante radiografía para la humanidad.
Este argumento de violación a los derechos humanos es también utilizado por algunos grupos de musulmanes que sienten que han sido violentados directamente desde la capital china.
No es la primera vez que unos juegos olímpicos han sido desairados, sucedió de igual forma en Moscú 1980, sin embargo, China no puede compararse con la Unión Soviética de los 80’s.
En aquellos años la nación moscovita atravesaba problemas de todo tipo, por el contrario, la China actual es una nación en pleno apogeo, con un tremendo poderío económico y que representa un desafío mucho mayor que la URSS del pasado.
Sin la necesidad de llegar al apartado militar, la influencia del poderío chino abarca prácticamente todas las operaciones y rubros comerciales de occidente y a todo esto sumemos la dependencia energética que toda Europa tiene con respecto a Rusia.
Súmele el inquietante conflicto entre Ucrania y Rusia y entonces tenemos un coctel de tensiones al límite.
Esta justa deportiva, más allá de la competencia por las medallas, deja en claro el camino que la humanidad sigue hacia una nueva “guerra fría”, con diferentes actores, pero con mayor riesgo para nuestro mundo.
Es necesario que pronto los diferentes liderazgos en las naciones involucradas se sienten a platicar y se priorice el debate entre las mismas y sus sociedades, para que las decisiones que persistan no sean solo las que obedecen a las emociones o caprichos de uno o más líderes.
El mundo necesita acuerdos, roguemos porque ambos bloques así lo entiendan.