En el beisbol de las grandes ligas, hay una marca imaginaria llamada “Línea Mendoza”, que representa la vergüenza para cualquier pelotero cuyo porcentaje de bateo apenas supere el .200.
Fue instituida en alusión al jugador mexicano oriundo de Chihuahua, Mario Mendoza, ya que si bien fue un extraordinario short stop —uno de los mejores en la historia del beisbol y el mejor de México— a la hora de batear era un auténtico fracaso.
En la mayoría de las temporadas que jugó para varios equipos, apenas superó el .200 de porcentaje al bat, motivo por el cual sus compañeros hicieron famosa la frase que cuando un jugador pasaba por una mala racha de bateo, era porque había descendido a la “Línea Mendoza”, es decir, que no le pegaba ni al sol.
Aunque no deja de ser injusto el mote, porque Mario era un extraordinario jugador de cuadro y en el beisbol la defensa también cuenta; todavía hasta nuestros días, sigue vigente la “Línea Mendoza” para referirse a un pelotero sumido en un vergonzoso porcentaje con el bat…
Pues bien, aunque con sus matices, en México los gobernantes están maravillados con poder utilizar una fórmula aritmética para armar sus reportes de seguridad y contar lo bien que marchan sus administraciones. Esta línea se llama: “media nacional”.
En el retorcido manejo de las cifras, en el gobierno de Jalisco, por ejemplo, cada mes se acude a la fórmula para “demostrar” cómo baja la incidencia criminal para conseguir que el estado se coloque por “debajo de la media nacional”, casi en todos los delitos.
Con datos del Sistema Nacional de Seguridad, se colocan las cifras en comparación con el año 2018 o 2019, según convenga la estadística.
De esta manera, según el último conteo del gobierno estatal, de enero a julio de 2024, en comparación con 2018, los delitos bajaron 63 por ciento y 30 por ciento los homicidios, para colocarse por “debajo de la media nacional”.
Sin embargo, una revisión sobre los crímenes en Jalisco desde la visión de organismos ciudadanos, arrojan otros datos. Según la agrupación Causa en Común, en poco más de cuatro años, han ocurrido en la entidad 124 masacres o multihomicidios (tres o más víctimas).
Y un recuento del prestigioso semanario Zeta, da cuenta que de enero a julio de 2024, van 117 asesinatos múltiples en el país, con Baja California en primer lugar con 18 eventos y 66 muertos y Jalisco con 17 masacres pero con 69 fallecidos.
Pero en la insistencia a presumir la baja de delitos con respecto al promedio nacional, tampoco hay mucho que festejar. Hasta julio, se cometieron 10.5 homicidios dolosos por cada cien mil habitantes, mientras que la famosa “media” señala 11.4. Esto significa cerca de seis homicidios diarios en Jalisco.
Además, para un país que en el actual sexenio está a punto de alcanzar los 200 mil homicidios, buscar compararse con la “media nacional” no es definitivamente la mejor estrategia.
También se acostumbra retorcer el enfoque de los hechos para mostrar efectividad, como mencionar que en julio hubo cuatro feminicidios, pero que fueron detenidos los agresores para demostrar que “en Jalisco no hay impunidad”; cuando lo correcto es que no hubiera muerto ni una sola mujer.
Para el caso de los desaparecidos es igual. El Sistema de Información sobre Víctimas de Desaparición, comienza informando sobrelocalizados y hasta seis láminas después, da cuenta de los más de 15 mil desaparecidos.
Sucede lo mismo con el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, con una crisis no reconocida donde se acumulan miles de restos y familiares esperan meses para la identificación y entrega de cuerpos.
Desagregar las cifras y exponerlas fríamente, no es algo afortunado. En cada delito, homicidio y desaparecido, hay el dolor de una familia, que no puede sentirse satisfecha porque Jalisco esté por debajo de la otra vergonzosa línea llamada “media nacional”.
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