Aliviar la carga financiera que el pago hipotecario del Infonavit representaba para miles de familias, con créditos que se habían vuelto impagables y no permitían la construcción de un patrimonio para los trabajadores, fue una de las principales tareas que me instruyó el Presidente cuando inició su mandato. Ese era el caso, por ejemplo, para aquellos trabajadores que llevaban pagando su crédito más de 15 años en veces salarios mínimos.
El 1 de septiembre, el presidente López Obrador presentó su segundo Informe de gobierno, y en el documento entregado al Congreso de la Unión y sus anexos estadísticos se encuentran los datos y acciones puntuales realizadas por el Infonavit, por lo que no abundaré en ellos. Lo más relevante es dar cuenta de que en cada acción se evidencian las convicciones que han guiado nuestra labor al frente del instituto.
Estos créditos eran ideales en un contexto macroeconómico de alta inflación (como el vivido en la década de los 80) y con un sistema financiero poco desarrollado. El saldo del crédito crecía a una menor velocidad que los precios. Sin embargo, en un país con estabilidad macroeconómica, como lo es México desde hace 20 años, este esquema implica incertidumbre, pues la tasa de actualización cambia de forma constante y asumía, equivocadamente, que el trabajador cada año tendría un mayor salario. Además, estas deudas financieras no estaban ligadas al comportamiento de valor de la casa, por lo que muchos trabajadores sentían que jamás terminarían de pagar su crédito.
Nuestra primera preocupación fue la injusticia de esquemas de cobro que no estaban asociados ni a las posibilidades de los trabajadores ni al valor de los activos. Contradecían la misión del Infonavit y, además, minaban la confianza en nuestra institución. Por ello, uno de nuestros primeros programas fue el de “Responsabilidad Compartida”, con el que cambiamos los créditos de veces salarios mínimos (VSM) a pesos, otorgando una tasa de interés fija y un descuento al saldo sin modificar la temporalidad del contrato. Además, ofrecimos una ventaja adicional: establecer un pago congelado en el tiempo de pago restante. Es decir, hemos ofrecido certidumbre y con ello tranquilidad a 188 mil familias y contando.
Detrás de cada crédito hay una historia de vida, en las que hemos renovado la relación con nuestros derechohabientes. Recientemente, a un trabajador del Estado de México que había sacado su crédito hace más de 20 años, se le hizo un descuento a su saldo de 1.3 millones de pesos. Pagaba más de 4 mil pesos mensuales; su nueva mensualidad fija es de mil 233 pesos. Los descuentos a los saldos de los créditos suman a la fecha más de 48 mil millones de pesos. Este año esperamos incorporar a cerca de 100 mil trabajadores más a este programa de alivio financiero, el más amplio en la historia del Infonavit.
El instituto por muchos años se ocupó únicamente de colocar créditos. Hoy estamos convencidos de que además de impulsar el acceso al crédito, nos debe importar que éste efectivamente se pueda pagar. Buscamos que nuestras acciones contribuyan a que haya más propietarios orgullosos y mucho menos deudores atormentados por un pago que parece imposible de liquidar.
Este es solo un ejemplo que materializa el mandato de dar prioridad a las necesidades de las familias que menos tienen y más lo necesitan. La realidad económica y social a la que nos enfrentamos ahora, derivado de la emergencia sanitaria, nos obliga a flexibilizarnos ante nuevos retos y oportunidades para seguir contribuyendo con la sociedad.
Entre abril y agosto de 2020 implementamos varias medidas de emergencia: habilitamos distintos programas para apoyar a los trabajadores que: a) perdieron el empleo, o b) cuya empresa entró en paro técnico y vieron una reducción de su salario. En estas modalidades se han beneficiado a más de 435 mil trabajadores que han accedido al seguro universal por desempleo o al diferimiento del pago sin intereses hasta por seis meses. Los beneficios equivalentes para el trabajador suman cerca de 6 mil millones de pesos.
Las afectaciones económicas que ha dejado la emergencia sanitaria durarán mayor tiempo del que deseamos. Por ello, se necesita el compromiso de todos los actores del sistema financiero, banca de desarrollo y entidades de fomento. Nuestra obligación es unirnos con el objetivo compartido de aliviar la carga financiera de las familias. En la medida en que ofrezcamos soluciones flexibles para reestructurar los créditos podremos evitar quebrantos financieros con la respectiva pérdida económica. Si además trabajamos para que no se contraiga el otorgamiento de créditos, contribuiremos positivamente a reactivar nuestra economía. El reto no es menor, pero estoy seguro de que juntos podremos seguir haciendo historia en beneficio de los mexicanos.
* Director general del Infonavit