La gigantesca portería del Guadalajara

Hay clubes donde las porterías son más grandes y pesadas. Forjada en tiempos donde comenzó a escribirse la historia del futbol mexicano, el arco rojiblanco es uno de los más cotizados y a su vez más demandantes. Decenas de arqueros han pasado por ahí y muchos no volvieron a ser los mismos, otros se hundieron por el peso que implica defender una portería que también defienden otras decenas de millones de mexicanos desde sus hogares. No es para menos. Es una zona sagrada en el club.

El legendario Jaime Tubo Gómez fue quien agigantó los tres postes rojiblancos. En los 60, el guardameta del Campeonísimo puso el puesto tan alto con sus siete títulos que se convirtió en el lugar más codiciado y a la vez el más difícil de cubrir.

A partir de ahí la única manera de ser recordado sería si entregabas campeonatos.

En la siguiente década llegó una figura que pudo alcanzar ese lugar. Ignacio El Cuate Calderón tomó el puesto en los 70 y de inmediato se convirtió en un referente e ícono de la época, derivado de sus lances espectaculares y títulos. Otros pasaron, pero las actuaciones borraron su recuerdo.

Tuvo que llegar en los 80 Javier El Zully Ledesma, quien pudo llenar los guantes con su estilo de juego y fue pieza de otro título.

Los 90 llegaron y Martín El Pulpo Zúñiga le hacía honor a su apodo en unas las Chivas más coloridas.

Pero más que canteranos, el arco del Guadalajara exige a líderes con temple y personalidad. Los 2000 fueron para Oswaldo Sánchez, quien con achiques y lances borraría su pasado con los dos máximos rivales. Pasó de ser canterano del Atlas y ex portero del América a San Oswaldo, como el pueblo rojiblanco le nombró. Tenía tan bien resguardada la portería que cubrieron las otras leyendas que su repentina salida aún no la perdonan los aficionados.

Además del título, Sánchez dejaba una escuela, con porteros como Luis Michel o Alfredo Talavera, que nunca pudieron llegar a los niveles de sus antecesores.

Fue entonces que arribó Rodolfo Cota y respondió con seriedad y sobriedad en medio de una novela que dejó un título de Liga y cuatro trofeos más para salir del club con la misión cumplida.

Entonces llegó un hijo prodigo. Surgido en Verde Valle, Raúl Gudiño se curtió con pocos minutos en equipos europeos, hasta que el grito de auxilio fue escuchado desde Portugal.

La prueba de fuego fue exitosamente aprobada ante un imponente estadio Azteca que confirmó que el joven de 22 años está listo para buscar su lugar en la sala de trofeos y en el álbum de héroes de la portería del Guadalajara.

carlos.mezab@milenio.com