Después de que Enrique Peña Nieto descansara por un momento de los ataques pertinaces a su persona por el craso error de su intrusión y falta de sensibilidad política y en materia de relaciones exteriores al invitar a un desafecto para todos los mexicanos como lo es Donald Trump, sobrevino la salida de uno de sus más cercanos amigos y confidentes, también desafecto de los mexicanos. Un strike cantado. No debe resultarnos extraño que los movimientos de Meade y Miranda en Hacienda y Sedesol cambien totalmente el rumbo en el tablero político del gabinete peñista, porque ahora sí que las vacas están flacas y no por otra cosa, sino porque su popularidad y cercanía con aquellos que votaron por él para guiar el rumbo de este país de cierto se han ido alejando del tricolor pragmático y de la política entreguista y neoliberal que nos impuso, convirtiendo este país en un estado vasallo de los intereses extranjeros, entonces, la plaza ha sido entregada para que el PAN recupere la presidencia de la República en 2018.
Por su parte, los tiradores, no se duermen en sus laureles y ahora vemos a un Rafael Moreno Valle en pos de la grande, junto con él, Ricardo Anaya, Margarita Zavala, y en su momento Javier Corral, lo mismo sucederá como lo dije en mi entrega pasada en los estados en donde gobierna el PAN, hay que ver quién es el guap@ que levanta la mano por el PRI con la firme intención y propósito de contender para ganar -que no para negociar-, pobre de mi partido, herido de muerte, sin ideología y sumido en la tercera posición nacional.
Legítimas resultan las aspiraciones de quienes han hecho lo necesario para levantar la mano y convertirse en sucedáneos de EPN, en un gobierno desastroso, plagado de corrupción, ausente de políticas públicas y sin la menor intención ni propósito de servicio, donde los mexicanos estuvimos siempre en el escaparate internacional como víctimas de un presidente producto de Televisa y salido de las novelas del corazón, jamás de un estadista, que era precisamente lo que necesitábamos después de la militarización e inseguridad rampante en que nos dejó hundidos y al garete otro politicastro en la persona de Felipe Calderón Hinojosa, quien superó las torpezas e ineptitudes de su predecesor, Vicente Fox, que es poco decir. ¡Pobre México! Lo digo sin acritud, ¡pero lo digo!
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