El libro, dice Raúl Padilla en la presentación de la conversación de Irene Vallejo y Manguel, rompe la dura roca de nuestra ignorancia y da lugar a la evolución de nuestra conciencia.
Esa es la tónica de esta XXXVI Feria Internacional del Libro que se lleva a cabo en Guadalajara, Jalisco, que sirve de marco a esta conversación entre ambos historiadores de la lectura
El libro es la gran manifestación del pensamiento libre y la lectura es el ejercicio de esa libertad.
Rosa Beltrán, la moderadora, destaca que sin la lectura no hubiéramos podido vivir como especie, para continuar diciendo que los libros contienen las ideas que animaron en el pasado.
Los libros son la memoria de lo que somos y lo que hemos sido desde que apareció la primera tableta de arcilla grabada con los signos propios de un alfabeto incipiente.
El libro nos salva de la ignorancia, a la que se le considera hoy el gran enemigo del hombre, que, en esta querella entre los libros impresos y los virtuales se dice que no puede desaparecer aquello que nos salva.
Hay en este decir una nueva tendencia, que pronto tendrá carta ciudadana entre todos: “Amar el pasado es tremendamente revolucionario”, porque la memoria del pasado son los libros.
Para Irene Vallejo y Alberto Manguel no hay mayor libertad que la de elegir el libro que leemos.
Hay un punto de quiebra en esta charla cuando Manguel se refiere a las supersticiones que tienen los lectores, desafíos a vencer: la tecnología, por el libro virtual; eventos como la FIL que es solamente entre lectores (un evento inmanente y no trascendente) y el desafío mayor, que es ir a los que no leen.
Manguel habla de un proceso intrusivo que se está ejerciendo en Colombia.
Las nuevas construcciones de casas y departamentos llevan incluido un pequeño espacio que funciona como librero –pensando, quizá en lo que decía Cartarescu, de tener una pequeña biblioteca de unos treinta libros– integrado a la construcción.
Además, pues, de que sugiere que hay que salir a buscar a los lectores para enseñarles que los libros, como señaló Irene Vallejo, tienen detrás de él, como sostén, la aventura, las incógnitas, los misterios, que todo hombre y mujer persiguen.
Éste sería, dice la señora Vallejo, el proceso de democratización de los libros y de asegurar el proceso de la alfabetización, hasta llegar al momento en el que, como ellos dos, ya no podrían dejar de leer, el cual sería el triunfo de la cultura.
Carlos Prospero