Esas pequeñas maravillas

Jalisco /

En sólo unos cuantos textos, Natalia Madrueño nos muestra su visión del mundo que nos habla de un proceso de transformación a través del darse cuenta de su hacer.

La mujer que duerme de día porque tiene que cuidar a su familia durante la noche; la transferencia de personalidades; la imaginación del niño que encuentra un punto de unión entre dos mundos, nos hablan de un autor que quiere mostrar la posibilidad de una existencia diferente a la que vivimos.

En ese cambio que solamente ocurre en la conciencia hay una serie de luchas entre lo bueno y lo malo dentro de un tiempo que no es histórico porque no hay un relato, sino una descripción de lo que va sucediendo.

Natalia dice explícitamente que tiene miedo de que alguien usurpe su vida, y por ello vive una vida ficticia que es como el reflejo en un espejo, que puede ser real o solo una ficción como las fantasmagorías de Cortázar.

Sin embargo, sus relatos, centrados en el cambio de conciencia, son fantasmales; no hay personajes vivos actuando en el mundo, todos son proyecciones, fantasmas de la mente.

De acuerdo a una analogía, en este momento histórico-social no hay individuos; todos son personajes, y todo lo que dicen es sospechoso, pero solo puede verse con un ojo muy refinado.

Por eso puede calificar a la manera de un psicoanalizado que sabe y reconoce la diferencia entre el antes y el después, la causa y el causante de las cosas que se viven en el ahora, y también lo absurdo que es hacer cosas que se saben inútiles como si no pudieran evitarse.

Sus personajes son identificados por su género, su posición social o su parentesco, hacen lo que hacen y se detienen por esa determinación social, y en ese hacer queda la pregunta de si son los mismos de antes y los de ahora.

Cuando dice que “comenzó por mordisquear sus labios” no sabemos quién es el que habla y solamente sabemos que es un varón por lo que dice de las mujeres y también sabemos que está realizando una confesión policiaca por una sola frase dicha antes de la última frase de todo el texto.

El universo de las minificciones de Natalia Madrueño es metafísico. La apariencia de las cosas, como decía Kant, nos lleva a un mundo que podemos deducir intuitivamente y que nos deja un grato sabor de incertidumbre, aunque sospechamos el engaño que nos hace creer, como en toda ficción, que es cierto lo que no lo es.

En esa incertidumbre radica su razón estética.

Carlos Prospero

  • Carlos Prospero
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