Las elecciones presidenciales de los Estados Unidos las va a ganar, de manera contundente, Hillary Clinton. A pesar de que últimas encuestas solo le otorgan un 2 por ciento de ventaja en el voto ciudadano, me atrevo a pronosticar que, de los 538 votos electorales en disputa, Hillary Clinton va a obtener 348 (65 por ciento) y Trump 190 (35 por ciento).
El punto básico para entender porque se amplía la diferencia entre el voto popular y el voto electoral, que es el que define quién será presidente (hay varios casos que han sido presidentes quienes obtuvieron menos votos ciudadanos), tiene que ver con ganar los estados más poblados que son los que otorgan mayor número de votos para el colegio electoral.
Cada estado tiene igual número de votos electorales que el número de diputados y senadores que elige, el total nacional son 435 diputados, 100 senadores, más tres votos que se otorgan al Distrito de Columbia dan 538 electores, estos electores son los que formalmente eligen al presidente en una sesión que celebran a principios de enero. Los estados que más votos electorales otorgan son California 55, Texas 38, Nueva York y Florida 29, Illinois y Pennsylvania 20, Ohio 18, Georgia 16, entre los menos poblados hay 20 estados con menos de 10 votos electorales cada uno.
Las últimas encuestas muestran que en estados grandes, California, Massachusetts, Nueva York, Illinois y Pennsylvania ganará el Partido Demócrata; en Montana, Idaho, Wyoming, las Dakotas, Nebraska, Kansas, Oklahoma, Arkansas, Luisiana, Misisipi y otros de menor población (otorgan entre 3 y 8 electores cada uno) ganará Trump; y en al menos siete estados, Arizona, Nevada, Colorado, Florida, Carolina del Norte, Iowa y Ohio (desde 1960 nadie que haya perdido ahí ha podido ser electo) no está definida una tendencia. En mi opinión, con excepción de Carolina del Norte, estimo que en esos seis estados ganará el Partido Demócrata y ensanchará la diferencia en el resultado.
La victoria de la señora Clinton está asegurada por los factores siguientes.
La conspiración Clinton. Estoy convencido que de parte de los Clinton si hubo una maquinación para impulsar que el Partido Republicano postulara a Donald Trump, a quien consideraron un candidato vulnerable por sus antecedentes personales y sus escasas dotes políticas. Sin embargo, "el enano les creció", fue peleonero, hizo ruido, y aunque no convenció a nadie más, supo ganar el voto de quienes detestan a la candidata demócrata (casi la mitad de los votantes).
El apoyo del Establishment. Es vergonzoso que los medios de comunicación manifestaran su apoyo de una manera tan servil y pidieran el voto para Clinton de una manera tan desesperada; por supuesto, Wall Street, la banca, las grandes corporaciones, intelectuales, Hollywood, y aún destacados líderes republicanos, entre ellos el clan Bush, trabajaron y dieron recursos para el Partido Demócrata.
La campaña del presidente Obama. En ninguna democracia del mundo sucede lo que de manera tan descarada y reiterada hizo el presidente de los Estados Unidos, utilizó la residencia oficial, el avión presidencial, recursos públicos, y mucho tiempo para participar en mítines y en actos de campaña pidiendo el voto para Clinton, estas acciones no son dignas de una democracia seria.
La personalidad de Hillary. Para muchos es una persona ambiciosa, distante y corrupta, pero todos reconocen su preparación, capacidad e inteligencia. Quizá su mayor fortaleza sea su experiencia en la política, en 1968, con 19 años de edad, asistió a la Convención Republicana como parte del staff del precandidato Nelson Rockefeller; en 1969, todavía como militante republicana, dijo un célebre discurso de graduación en el Wellesley College, después pasó a la Universidad de Yale donde conoció a Bill y a quien lo acompañó como esposa del gobernador de Arkansas, del presidente de los Estados Unidos de 1993 a 2001, luego ella fue senadora por Nueva York, precandidata a la presidencia en el 2008 y Secretaria de Estado en el primer periodo de Obama.
Las torpezas de Trump. Su campaña fue un desastre, tres veces cambió de coordinador, nunca se entendió con los dirigentes ni con las bases del Partido Republicano, siempre se le consideró un outsider, tuvo enfrentamientos con congresistas, gobernadores y dirigentes republicanos, repetidamente metió la pata con sus declaraciones y discursos, nunca se le vio como un candidato viable que tuviera un programa definido, más allá de sus frecuentes y reiterados exabruptos.
La personalidad de Trump. Pocas personas en el mundo están tan desacreditadas como Donald Trump, se le reconoce como ignorante, imprudente, impreparado, impúdico, impulsivo, incapaz, incompetente, inculto, indecente, indigno, inmoral e inexperto en política. ¿Algunas virtudes? Es rico y famoso.
Ojalá que a México le vaya bien con la presidenta Clinton.
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