En la cultura nacional existen diversas expresiones que nos identifican como mexicanos, a saber: el futbol, el mezcal, las artesanías y obviamente la comida. Los colores y los bailables son símbolos de identidad cultural, independientemente de la región a la que nos refiramos, en el mundo se entiende bien un bailable veracruzano o un jarabe tapatío, la música de mariachi o el arpa con las décimas jarochas.
En anterior colaboración mencione algunas referencias del significado que tenía para mí el ser mexicana, a partir de los valores, esos que están profundamente adheridos a nuestra cultura heredada.
Quiero destacar uno en particular, que tiene connotaciones religiosas, que parte fundamentalmente del valor que alimenta lo espiritual y lo social: la Fe.
Esta contribuye a generarnos sentimientos varios, por ejemplo, creer en la palabra de otro, desde la capacidad de confiar, esperar y creer en algo que nos ofrece. La Fe nos estimula a tener la paciencia, buscar y esperar razones para poder lograrlo, creer en uno mismo, o en otros; vamos, hasta en el futuro que no vemos, que no existe aún, y sin embargo está ahí. Es la energía emocional que necesitamos para seguir caminando.
En este contexto, el sentido de creencia en las “cosas” que esperamos que ocurran, es que la imagen de la Virgen de Guadalupe significa para millones de mexicanos que la identifican, no sólo en el sentido religioso sino como el símbolo supremo de identidad con la mexicanidad que tenemos los nacidos en estas tierras.
Como ícono religioso significa protección contra las adversidades de la vida, empatía y escucha frente al dolor y desesperanza, es un universo de refugio emocional ante la fragilidad de ser humano.
Por lo tanto la Fe, independientemente del credo de cada quien, en estas fechas inunda, invade. Literalmente todos los caminos de la patria mexicana llevan al Tepeyac, ese sentimiento de millones que se manifiestan en peregrinaciones, cantos, danzas y ofrendas que reflejan, que proyectan la Fe de mexicanos, con los que refrendan sus creencias y fervores.
Se dice que la Fe mueve montañas. Para mí, toda esa tremenda fuerza será capaz algún día de terminar de construir un país de valores y de justicia, en el que prevalezca la libertad y el amor entre los mexicanos de hoy, y principalmente los del porvenir.
Tengo Fe en ello.