Necesitamos ser más y mejores

Ciudad de México /

Necesitamos ser más y estar cada vez mejor preparadas para consolidar la participación femenina continua y permanente en la vida pública y social de México.

Aun cuando numéricamente somos casi 65 millones de mexicanas, la participación de las mujeres en las esferas de toma de decisiones es reducida o temporal.

Como ocurrió en aquellas campañas políticas en las que las mujeres eran candidatas y ganaban para luego ser reemplazadas por algún varón. No importó si eran capaces o talentosos, eran hombres.

La cultura patriarcal sigue asentada en nuestro día a día, incluso en las generaciones jóvenes; la voz de las mujeres aún es ignorada o deliberadamente acallada cuando se trata de expresar ideas, propuestas, proyectos y deseos.

Demos alas a las libertades de las mujeres, a su liderazgo, en todos los ámbitos y en todas las áreas de actividad social, familiar, escolar, laboral, cultural. Este es el momento y no se debe dar ni un paso atrás. Hoy, el compromiso es de las mujeres con las mujeres, pues si bien hay muchos hombres convencidos de la necesidad de hacer valer los derechos humanos de las mujeres, hay redes de acción y pensamiento que sigue menospreciando el esfuerzo de las mujeres.

Son cadenas que ciñen con fuerza cada parte del andamiaje cultural de la discriminación, que en la cotidianidad se convierten en pobreza, ignorancia, desempleo, falta de oportunidades y violencia. Contra ese armazón de irracionalidad no basta la indignación o el reconocimiento de realidades tan terribles como la trata, la explotación sexual, el abuso, el acoso o el hostigamiento.

Las mujeres debemos ocupar y defender espacios para las mujeres, donde todas puedan desplegar sus talentos; no basta con que sean unas cuantas las que son dueñas y dirijan sus empresas, las que legislen u ocupen cargos públicos o políticos. Debemos ser más y cada vez mejores.

Trabajemos para dejar atrás el insano temor al empoderamiento de las mujeres, y esto va para las mujeres mismas: ya no son tiempos de dudar acerca de lo que por derecho nos corresponde: libertad, igualdad, justicia, equidad, educación, trabajo, salud, prosperidad y respeto.

Son tiempos de avanzar, juntas, convencidas de nuestras potencias y del deber de trabajar más y más por las que deben encontrar el camino hacia el goce pleno de sus derechos humanos.

Somos las mujeres las que debemos seguir cerrando el paso a la exclusión y abrir nuevas rutas al poder femenino de acción porque, como siempre lo he dicho las mujeres queremos el bien de nuestra familia, de nuestros hijos e hijas, de la comunidad y de nuestro país.

Sí, tenemos que ser más y estar mejor preparadas para generar oportunidades, aprovecharlas y convertirlas en nuevas realidades de paz para todas y todos, codo a codo, en solidaridad y con la frente siempre en alto, dignas y decididas.



  • Carolina Monroy
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