Programas sociales, no coerción

Ciudad de México /

Nuestro país no puede darse el lujo de seguir perdiendo tiempo con ocurrencias disfrazadas de políticas públicas o de programas sociales, ni con disparates clientelares soltados a diestra y siniestra como si la atención responsable a los sectores más vulnerables de la sociedad se tratara de pan y circo.

Detrás de estos programas opacos que son manejados como perversas herramientas de coerción en las comunidades, hay un proceder político absolutamente siniestro para con las familias mexicanas “beneficiarias” que, a cambio, deben guardar silencio y permanecer inmóviles ante la desigualdad, la violencia, el crimen, la pobreza y la injusticia.

Esto, amén de empeñar sus libertades político-electorales y tener que vivir al día sin empleo, sin oportunidades de desarrollo, sin acceso a la educación, a servicios de salud ni a la paz que tanta falta hace, sobre todo en las zonas azotadas por el crimen y la impunidad.

¿Cuántas generaciones más de jóvenes tendremos que ver perdidas en el clientelismo, en la desesperanza y en el espejismo de un gobierno honesto? ¿Cuánto cinismo podremos soportar después de que se ha reconocido que atender a los pobres es solo estrategia política y que es necesario mantenerlos en la misma condición para conservar el poder, o que la pandemia de Covid-19 les caía como “anillo al dedo”?

No cabe duda de que cuando la ambición sea servir realmente para alcanzar la igualdad y el desarrollo equitativo de las y los mexicanos, este país habrá retomado su rumbo.

Esto me lleva a recordar la acción revolucionaria del economista y emprendedor social Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006, para hacer que su pueblo saliera de la pobreza: creó el Banco del Pueblo, basado en el otorgamiento de microcréditos que impulsan la economía pero, ante todo, la dignidad y la libertad de los beneficiarios.

Actualmente, Yunus tiene 82 años de edad y hace 40 emprendió su sistema de microcréditos, que a la fecha ha ayudado a millones de personas bajo la premisa de que el crédito es un derecho humano fundamental.

Y no cabe duda de que el "banquero de los pobres" es un hombre honesto, adelantado y sensible: mientras por acá se oía que la pandemia les cae como anillo al dedo, él decía a la BBC que "la Covid es nuestra gran oportunidad para crear un mundo más justo." Tener esa visión sí es un verdadero lujo.

Carolina Monroy

  • Carolina Monroy
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