Tiempo de reflexión II

Estado de México /

En la entrega pasada compartía con ustedes mis queridos lectores, la importancia de la familia, así como de la construcción en la que se guarece cuando hay adversidad de los temporales que enfrenta, y que se construye con el mortero que adhiere los adobes de esa casa común: lo valores.

Son esos ladrillos crudos, que se hacen con la técnica ancestral de mezcla de barro con paja, moldeado de forma artesanal y secado, pacientemente al rayo de sol. Así es la familia, en la que cada uno pone lo que es necesario para hacer un lugar seguro para quienes la habitan

Entonces, en mi visión y concepción los que definen el perfil de la casa que habitamos, desde luego que los “adobes” que mencione en la anterior contribución no son los únicos por fortuna, son sólo una de las tantas maravillas que tenemos los seres humanos, que es el de construir una amplia paleta de colores que tenemos los humanos para idear y crear “cosas” buenas.

Y precisamente sobre ello quisiera que me acompañen para terminar juntos este año, recordar los valores en los que fundamentamos nuestra interacción con los otros, que lamentablemente por la dinámica de nuestro tiempo actual, no nos damos tiempo para reflexionar, nos daremos tiempo para mencionarlos, llevarlos a pensar un poco en ellos, pues se dice, que lo que no se nombra no existe, en este caso, no lo creo tanto, pero me daré estos días para invitarlos a que juntos pensemos un poco en ellos.

Como por ejemplo la misericordia, que generalmente se asocia a tópicos religiosos, pero no es estrictamente así, este valor es uno que nos hace estrictamente humanos, tiene su función en la capacidad de sentir compasión por el malestar del otro, que por alguna razón, la está pasando mal, este sentimiento nos hace tener la necesidad de ayudar al otro, el origen de la palabra viene del latín, misaré (tener compasión/piedad/compasión) y cor, cordial (corazón), o sea, sentir en el corazón la miseria del otro, generando empatía con la circunstancia de la otra persona que está en condición de desvalida.

En este sentido, les propongo mirar en nuestro entorno, y reflexionar sobre los otros, aquellos que se encuentran en una situación difícil, y hacer alguna acción que atenúe su condición. Estoy segura que cualquier acto que hagamos nos proporcionara un sentimiento de felicidad y agradecimiento, por el apoyo que regalemos, y por aquello que disfrutamos. Sólo por ello también, vale la pena estar aquí.


  • Carolina Monroy
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