Un óleo sobre lienzo que desde una cuidada realidad muestra una visión surrealista. La obra, elaborada en 1964, es considerada una de las más icónicas de René Magritte, emblemático pintor cuyo objetivo era liberar a la mente del control racional para explorar el inconsciente a través de sus trazos.
¿Cómo leer el mensaje que nos quería transmitir en este lienzo, cuando el propio artista dijo que la idea no es visible en el cuadro, que no puede verse con los ojos? Quizá —y solo quizá— él no quería que enfocáramos la vista en la llamativa manzana verde suspendida frente al rostro oculto del hombre rígido que, en lugar de la tradicional hoja, se ve rodeada de cinco, símbolo esencial del surrealismo: un objeto común en un escenario inusual.
Cierro mis ojos frente a la imagen de la obra y, al abrirlos, son atraídos por las manos empuñadas, una ligeramente escondida en la que no se aprecia el pulgar, y en la otra sí, como si jugara con el concepto de mostrar y ocultar. No puedo descifrar su idea a través de mi vista, tal vez mi subconsciente le otorgue una interpretación más precisa, pero sí puedo percibir el misterio, incluso algo de tranquilidad, al contemplar el agua azul, ante las densas nubes grises, entre las cuales se abre paso la luz, como un presagio de un nuevo comienzo, de un mejor porvenir.
Tan realista el sombrero de bombín, tan cuidada la gabardina, la camisa y la corbata que se ven muy bien entalladas y acomodadas. Ante la llamativa manzana verde que deja esa sensación de inquietud y misterio, que desafía la percepción y las reglas establecidas.
Fue el entorno de misterio de sus obras, que jugaban con la frontera entre lo real y lo irreal, el que permitiría que René Magritte se convirtiera en una fuente de inspiración para numerosos artistas, cineastas y fotógrafos. Estos creadores, a su vez, optaron por utilizar imágenes icónicas en nuevos contextos, explorando la dualidad entre lo tangible y lo imaginario, y desafiando las percepciones convencionales, Magritte siempre nos convoca a repensar su bombín. Por supuesto es un bombín con una manzana verde.
Siempre surrealista.