Hace unos días escuchaba por la radio —Sí. Aún busco la frecuencia, sintonizo y le subo al volumen— una de las canciones más icónicas de los años ochenta en aquellos tiempos del rock en español. Me refiero a la maravillosa canción Lobo hombre en París, que hizo famoso al grupo La Unión, con su líder Rafa Sánchez.
El sencillo se lanzó en 1984, forma parte del álbum “Mil siluetas” y, sin duda, se trata de uno de los grandes himnos generacionales. ¡Auuu!
“Cae la noche y amanece en París
En el día en que todo ocurrió
Como un sueño de loco sin fin
La fortuna se ha reído de ti. Jaja”.
En la historia nos enteramos del periplo de un individuo (lobo-hombre, hombre-lobo) y sus dualidades, la búsqueda del ser y las emociones, alguien aventurado en la noche, y en los contrastes de París.
Esta pieza musical fue un hit en la tendencia musical del rock pop o house, escrito e interpretado en castellano. Es de la autoría de Luis Bolín y fue inmortalizada por la voz única de Rafael “Rafa” Sánchez Alonso (España, 1961).
“Sorprendido espiando
El lobo escapa aullando y
Es mordido
Por el mago del Siam.”
La historia de Denis se mantiene maravillosa, al igual que el cuento en el que está basada la canción: El Hombre-Lobo (Le loup-garou), escrita por Boris Vian (Francia, 1929-1959).
“También le gustaba, en las tardes de estío, merodear por las espesuras para sorprender a los impacientes enamorados en su lucha con el enredo de las cintas elásticas que, desgraciadamente, complican en la actualidad lo esencial de la lencería”, describe el narrador.
Denis es un lobo —discreto e incluso “domesticado” que no se separa del bosque, su confortable hogar— que ha sido mordido por un mago para convertirse en humano, lo que le permite experimentar diferentes emociones.
“Rueda por los bares del bulevar
Se ha alojado en un sucio hostal
Jaja, mientras está cenando
Junto a él se ha sentado
Una joven
Con la que irá a contemplar
La luna llena sobre París”
La canción ha sobrevivido al tiempo. Sigue incólume. Su fuerza de musical y de contenido están intactos a pesar de sus primeras cuatro décadas.
Que vengan más años.