Una definición básica dice que la posverdad busca que los hechos objetivos -la realidad pues- tengan menor influencia en la opinión pública que los discursos o hechos que apelan a las creencias personales y a las emociones –a la propaganda, en pocas palabras-.
El término cobró popularidad durante la gestión de Donald Trump quien se empeñó a imponer su visión al mundo en vez de enfrentar la realidad del mundo y en particular, de su país, sin embargo la posverdad como estrategia política, como recurso propagandístico no es nueva ni fue exclusiva del magnate estadounidense. El caso de México, nuestro caso, aún no termina.
Quien es presidente fue una estrella en la oposición al maximizar –como era su deber- todo defecto de los gobiernos anteriores, pero al llegar al poder volteó la tortilla y ahora impulsa su posverdad, un mundo alterno a su contentillo.
Así, quiere que creamos es más importante verlo comiendo con el gobernador de un estado devastado por un ciclón que la desatención y negligencia de la administración federal para atender a nuestros hermanos veracruzanos y poblanos afectados por el huracán “Grace”.
Ayer vimos que Andrés Manuel López Obrador intentó hacerse la víctima de manifestantes porque no pudo bajarse de su camioneta -¿dónde quedaste Tsurito austero?- que conocer el fondo de los reclamos que le hacían cientos de pobladores.
Por ello cobra relevancia no solo ser espectadores pasivos de los hechos, sino que es muy necesario distinguir, pasar por un agudo filtro crítico los mensajes que emite el régimen y detectar su interés real no siempre evidente.
Si esto es necesario practicarlo en cada Mañanera, en cada discurso, en cada post de López Obrador, en vísperas de su enésimo mensaje a la nación –que lo llama Tercer Informe de Gobierno- propongo no solo escuchar lo que diga, sino someterlo a un análisis básico: contrastar su retórica con la realidad para saber si, como decían nuestros abuelos, “del dicho al hecho, hay mucho trecho”.
Los anuncios del tercer informe ya dan muestra del mundo paralelo que el régimen quiere que nos traguemos. No vivamos en su posverdad, que en México solo uno vive en un Palacio y todos los demás en la realidad.
Celso Mariño
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