Dentro de 8 días poco más de 150 millones de ciudadanos estadounidenses votarán para elegir a la persona que estará a cargo de la Casa Blanca por los próximos cuatro años. Kamala Harris (D) o Donald Trump, el contraste difícilmente podría ser mayor. Ella, con una propuesta de optimismo y reconciliación, sería la primer mujer presidenta de la historia de su país; él, uncriminal convicto, un abusador sexual, representaría el regreso del nacional-populismo.
Estados Unidos en su encrucijada. Es mucholo que está es disputa. No solamente para ellos, los estadounidenses, sino para buena parte del resto del mundo. Empezando, quizás, por México. Y sin embargo...
Más allá de la coyuntura hay varios procesos estructurales en marcha que, con independencia del resultado en las urnas, marcarán el camino hacia el futuro cercano. Tres ejemplos:
Estancamiento demográfico
“You Will Not Replace Us!”, reza el principal grito de guerra de los más fervientes seguidores de Mr. Trump. El hecho es que, sin inmigrantes, desde hace tiempo la población estadounidense estaría decreciendo. Con 345 millones en la actualidad, para el 2100 serán 366 millones de personas.
Como en la inmensa mayoría de los países --sobre todos los más desarrollados--, el boom demográfico de los últimos dos siglos ha llegado a su fin.De hecho, la población mundial está muy cerca de alcanzar su tope máximo (10.4 mil millones para el 2086). Las tasas de crecimiento ya están por debajo de 2.1 en varios continentes. China, por citar un caso, perderá un 8 por ciento de su gente antes de llegar al 2050.
Inexorablemente vamos a un mundo de viejos. Robótica, AIG y migración serán fundamentales para evitar colapsos en cadena, pero, de cualquier modo, los desafíos que vienen serán gigantescos.
Capitalismo global
Hoy la producción económica mundial es de poco más de 100 millones de millones de dólares anuales. Dos países, Estados Unidos y China, representan la mitad. El primero con una maquinaria de casi $30 trillions y el segundo con una de casi $20 trillions, son los dos grandes motores del planeta. Y están en ruta de colisión.
Salvo que el "humanismo mexicano" o el modelo bolivariano nos den la sorpresa, nadie (sensato) pone en duda que el capitalismo es una realidad global muy difícil de reemplazar:ya sea en su versión Made in the U.S.A. (economía de mercado con grandes conglomerados transnacionales) o en la presentación Made in China (estatista y doctrinal) o alguna versión moderada que podamos imaginar.
Con Harris o con Trump, los intereses económicos seguirán siendo el hilo conductor de la historia humana.
Ocaso imperial
Aunque en el terreno militar Estados Unidos sigue siendo la principal potencia del planeta, su influencia internacional es cada vez menor. Las causas pueden ser muchas, pero, como suele enseñarnos la historia sobre el derrumbe de los grandes imperios, el factor interno parece ser el fundamental.
"Los nuevos cuatro jinetes del Apocalipsis -- populismo, nativismo, aislacionismo y proteccionismo-- tienden a cabalgar juntos y están desafiando el centro político", las palabras recientes de Condoleezza Rice en referencia a lo que representa Trump, son suficientemente claras.
Geografía y destino
Por supuesto que las fronteras se mueven. Los mexicanos lo sabemos bien. Si hace 177 años perdimos la mitad del territorio, nos consta que, en la relación con Estados Unidos, todo puede suceder. La agenda binacional ya es complicada: por un lado, migración y narcotráfico (con una secuela de violencia y muerte pocas veces vista). Por el otro, una creciente integración económica en condiciones de inequidad extrema.
Condenados por razones geográficas a una de las vecindades más contrastantes del mundo, México y Estados Unidos estamos unidos por poderosos lazos de todo tipo --siendo los de sangre, los más fuertes. Y también es muchísimo lo que nos separa: ahí está Trump con su poderosa retórica anti-mexicanos.
Y si gana Harris, más allá de la "buena vibra" de tener, por primera vez en ambos países gobiernos encabezados por mujeres --y ambas de perfil "progresista"--, resulta claro que ni la brutal brecha económica que nos divide, ni las disputas internas en cada país, ni las tentaciones ideológicas del viejo izquierdismo de acá, o, sobre todo, ni el "mal humor social" que ha contagiado a decenas de millones de estadounidenses, permiten albergar mucho espacio para el optimismo. Lo dicho, nos tocó vivir Tiempos Interesantes.