La cultura y el deporte son cohesión social, calidad de vida y salud. En América Latina y el Caribe, garantizar su consecución es mucho más que ampliar derechos. Es, ante todo, achicar brechas y construir comunidades más justas y democráticas que no solo atiendan a las urgencias, sino que hagan lugar a la creatividad y la participación ciudadana en todas sus formas.
En contextos marcados por altos niveles de pobreza, fragmentación social y desigualdad como los que enfrenta nuestra región, estas herramientas son políticas estratégicas de transformación y progreso. Es el caso, por ejemplo, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el evento editorial anual de mayor trascendencia y alcance regional, que finalizó esta semana y rompió todos los récords en términos de impacto económico, posicionamiento cultural de México en el mundo y participación profesional, académica y social. Lo mismo sucedió con la nueva edición de los Juegos Parapanamericanos Juveniles, que se celebraron el mes pasado en Chile, y convocaron la histórica participación de más de 900 deportistas con discapacidad de 27 países, en 13 deportes y 14 disciplinas distintas.
El financiamiento multilateral en esos dos campos es fundamental para ayudar a visibilizar, dotar de recursos y crear más oportunidades de acceso a la sociedad en su conjunto. Algunos ejemplos de valor son la Red “Gol Iberoamérica” que desde CAF llevamos adelante junto al PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), la Fundación River Plate y la Fundación Real Madrid para que el fútbol sea una herramienta de inclusión en toda la región. Junto a más de 30 clubes profesionales de América Latina y el Caribe, la red tiene como objetivo acercar el deporte a cada vez más chicos y chicas que necesitan de esos espacios para salir adelante. También es el caso del programa “Campeonas: con la camiseta puesta por la igualdad” para fortalecer el liderazgo y la formación física y emocional de niñas y jóvenes futbolistas que se desarrollan deportivamente en Paraguay, Argentina y Chile.
Y en el campo cultural, destaca el apoyo a instituciones e iniciativas como la que lleva adelante la Fundación AS en contextos de encierro en municipios de Argentina, y con programas para la difusión de la lectura temprana y el acceso al libro en la primera infancia.
Los sistemas democráticos de América Latina y el Caribe necesitan políticas que reconozcan que la inclusión, la cultura y el deporte no solo mejoran la calidad de vida, sino que ayudan a sostener el pacto democrático y fortalecen los vínculos entre las instituciones y las personas. Porque cuando una sociedad juega, crea, lee y practica también está aprendiendo a convivir y a defender su comunidad. El desafío está en asumir que todo esto es una firme apuesta por el futuro. Cada peso destinado a cultura y deporte es un peso invertido en paz social, en prevención de la violencia y en la construcción de ciudadanía.