En pleno siglo XXI, con un México que transita sobre un sistema de partidos consolidado, una amplia participación de la ciudadanía en asuntos de interés público, y un nuevo modelo de gobernación que se caracteriza por ser horizontal y colaborativo, confieso que me es complicado explicarles a mis estudiantes que no hace mucho tiempo, nuestro país caminaba sobre un sistema hegemónico de dominación, el cual, se instauró para controlar las demandas sociales. A partir de entonces, el PRI como partido político fue el vehículo perfecto.
En este sentido, cómo explicar a mis alumnos que, desde ese instituto político la práctica de la corrupción, el desprecio por un sistema democrático y la apreciación por las decisiones autoritarias fueron llevadas al imaginario colectivo del mexicano como reglas del juego en su vida rutinaria.
No obstante, lo realmente complejo es hacer entender a las nuevas generaciones sobre cómo bajo estas prácticas el PRI llegó a ser hegemónico electoralmente por casi 80 años.
Los resultados del pasado mes de junio de 2024 ubicaron al PRI hegemónico del pasado en su nueva realidad, la cuarta fuerza nacional electoral. Para tener una idea más clara, sus candidatos con apoyo del PAN y PRD solo pudieron triunfar en 10 distritos electorales de 300.
Apreciado lector, si usted es de los que alguna vez en su vida luchó o lo sigue haciendo contra el viejo régimen. Es decir, contra un sistema político mexicano caracterizado por un fuerte control del poder ejecutivo, una estructura partidista sólida y un sistema de gobierno centralizado. Sí, ese que utiliza políticas clientelistas, cooptación de grupos de interés, le tengo dos noticias.
La buena es que el PRI hegemónico que conocimos electoralmente ya se extinguió. La mala, es que su esencia, sus liderazgos y por supuesto su estructura mutó hacia Morena.