En las primeras décadas de este siglo, la llamada industria naranja se ha consolidado como un motor fundamental del crecimiento económico, la innovación social y el desarrollo cultural en diversas regiones del mundo.
Este sector incluye a las actividades basadas en la creatividad, la cultura y la propiedad intelectual las cuales potencian la herencia cultural de cada región.
En América Latina ha sido conceptualizada como una vía estratégica para diversificar economías históricamente dependientes de recursos naturales y actividades de bajo valor agregado, con la idea de convertirla en un modelo de desarrollo inclusivo y enfoque sustentable en el que la creatividad es el principal insumo.
La premisa es que la cultura tiene un valor simbólico y también económico.
La música, la gastronomía, las artesanías, las lenguas, las festividades y las tradiciones constituyen recursos diferenciadores que pueden posicionar regiones enteras en mercados globales.
Las principales actividades comprendidas en esta industria incluyen medios de entretenimiento, publicidad, arte, moda, turismo cultural, videojuegos, música, artesanías y literatura.
Todo lo anterior configura la identidad cultural de una comunidad y, aunque ha existido por siglos, hoy se revitaliza gracias a plataformas digitales y nuevas modalidades de distribución.
Este modelo de negocio ha ido incrementando su contribución económica al generar más de un millón de empleos en México en 2023 y 4.8% de aporte al PIB, lo que sitúa a nuestro país en el primer lugar de América Latina en cuanto al impulso brindado al sector.
Sin duda es importante continuar ofreciéndole el apoyo necesario a través de políticas efectivas, incentivos fiscales, creación de clústeres creativos y soporte a emprendimientos culturales, así como mejorar la protección a la propiedad intelectual y el acceso al financiamiento.
La industria naranja constituye una de las fuerzas más influyentes del desarrollo contemporáneo.
Su capacidad para vincular cultura, tecnología e innovación lo convierte en un pilar esencial para las economías del futuro que privilegien la inclusión social y la preservación del patrimonio cultural.
Claudia.rivera@iberotorreon.mx