En el Día Mundial de la Bicicleta vale la pena destacar el momento en el que nos encontramos en Ciudad de México. La bicicleta está cada vez más presente en la agenda y ha dejado de ser simplemente un pasatiempo para convertirse en una opción de transporte cada vez más popular. Por ello es importante reflexionar sobre el momento en el que nos encontramos y los avances que se han logrado en materia de políticas públicas y promoción de la movilidad en bicicleta.
Para el Gobierno de Ciudad de México, con base en el trabajo de la Secretaría de Movilidad, en coordinación con otras instancias gubernamentales, impulsar el uso de la bicicleta como medio de transporte sustentable es parte de la política de movilidad integrada. Por esta razón, se diseñaron y se implementan programas y acciones que, en conjunto, fomentan que cada vez más personas realicen sus traslados con este vehículo, tanto en bicicletas propias como compartidas.
Uno de los retos importantes es la escala de la ciudad. Sabemos que no todas las personas pueden recorrer grandes distancias en bicicleta a diario; sin embargo, al combinarlos con el transporte público, se pueden hacer traslados mucho más asequibles que fomenten la intermodalidad. En cuanto a la seguridad, el aspecto más destacado en los últimos años es la creación y expansión de la infraestructura ciclista. Hasta hace poco, no contábamos con una red ciclista que permitiera la realización de viajes regionales y conectados. En esta administración se han diseñado y construido más de 230 kilómetros de infraestructura y hoy en día, muchas de las avenidas más importantes de la ciudad, ya tienen ciclovías.
Además, se han implementado otras medidas complementarias, como la instalación de estacionamientos para bicicletas en diferentes puntos de la ciudad, los cuales son espacios seguros que permiten a los ciclistas guardar sus bicicletas y combinar sus viajes con otros modos de transporte.
Pero más allá de la infraestructura, otra política pública importante es la promoción de una cultura ciclista. Se han llevado a cabo campañas de concientización para promover la bicicleta como una opción de transporte saludable y benéfica para el medio ambiente, y se han fortalecido programas para que los usuarios de otros modos de transporte conozcan directamente lo que una persona en bici experimenta en sus viajes al no contar con una carrocería de protección e impulsarse con su propia energía.
La Ciudad de México cuenta con el programa Biciescuela, con el que, a partir de los tres años de edad, las personas pueden aprender a andar en bici, o a mejorar sus habilidades, generando confianza y seguridad para rodar por la ciudad. Las biciescuelas, además, se encuentran en el norte, sur, oriente y poniente de la ciudad, llegando a zonas periféricas que concentran una gran cantidad de viajes ciclistas y reduciendo las desigualdades.
El paseo dominical Muévete en Bici es otra iniciativa exitosa que reúne a alrededor de 80 mil personas cada domingo y que permite que la ciudad se viva desde una perspectiva más democrática, con espacios para todas las personas.
Estas políticas públicas tienen un impacto positivo en la movilidad, pero también generan beneficios sociales y ambientales. El aumento de personas que eligen la bicicleta como medio de transporte contribuye a reducir la congestión vehicular y las emisiones contaminantes, mejorando así la calidad del aire. Además, promueve un estilo de vida más activo ya que la bicicleta tiene beneficios para la salud física y mental de las personas, al reducir los niveles de estrés. Además, el uso de la bicicleta resulta más económico que otros medios de transporte.
Aunque aún existen desafíos por superar, es alentador ver el creciente número de personas que optan por la bicicleta como medio de transporte. Esto es un impulso para seguir ampliando la infraestructura y mejorando la seguridad para los ciclistas. Como todo proceso urbano, las ciudades ciclistas nacen de semilleros como éstos, donde se cultiva otra forma de transporte: uno sostenible, saludable, silencioso. Uno que lleva en sí, la esperanza de otra ciudad posible.
Pablo Fernández Christlieb menciona que “la bicicleta resulta ser el medio de transporte más civilizado que haya construido el ser humano, porque va a la velocidad de sus pensamientos”, y las acciones que poco a poco se implementan a favor de este modo de transporte, son un paso significativo hacia una ciudad más equitativa y sustentable.