todos somos responsables de la velocidad con que avanza la pandemia en Tamaulipas.
No nos ha caído el 20 de nuestra vulnerabilidad como seres humanos frente a una enfermedad que ha puesto en jaque los sistemas de salud y la economía mundial.
Seguimos carentes de conciencia y humildad para darnos cuenta que esto nos pone a prueba todos, y practicar un poco de empatía, ya no digo amor al prójimo.
Se ha actuado con irresponsabilidad y hasta con soberbia frente a esta amenaza.
Asoman expresiones de desprecio y discriminación que dejan ver que ni un mal como este nos mueve a cambiar como sociedad, ser solidarios y ponerse en los zapatos de otros.
Políticos de todos niveles y colores que no les importa poner en riesgo a su grupo de colaboradores o a personas que vayan a aplaudirles, haciendo politiquería a costa de la pandemia.
Apoyos sociales que sacan de sus casas a los adultos mayores para ir por su dinerito al cajero, con el riesgo de contagiarse en el trayecto, en lugar de pagarles a domicilio para evitarles el riesgo.
Desde la trinchera ciudadana, también debemos revisar nuestras acciones. No se trata solo de echarle la culpa al presidente Andrés Manuel López Obrador o al gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Desde mayo quedó claro que la responsabilidad de cuidarnos iba a recaer sobre nosotros, porque ya se perfilaba que en junio los negocios tenían que abrir para evitar un colapso económico.
Llevamos todo el año viendo que el covid-19 no es cosa de juego. Nadie puede decirse ignorante de su letalidad y de cómo prevenirlo.
Desde luego que, ver a nuestros mandatarios viajar de un lado a otro no envió el mejor mensaje a sus gobernados, pues era contradictorio con la necesidad de que la gente entendiera que debía quedarse en casa.
Peor aún, ver al presidente invitando a salir y provocando aglomeraciones a los lugares que llegaba, y más reprobable, su resistencia a dar el ejemplo en el uso de cubrebocas. Entendámoslo: es tema de vida o muerte. _