Hace ya como dos décadas llegué a un evento celebrado en un restaurante ubicado sobre la avenida Insurgentes Sur. Creo que era la presentación del disco de un artista joven del que no se supo más, pero recuerdo especialmente esa noche porque, al terminar las entrevistas, uno de los anfitriones y compañero que cubría la misma fuente, se me acercó y me dijo: “Amigo, ¿crees que me puedas acercar a mi casa? Es que no traigo dinero para el taxi”. Era Jorge Gil. El hoy tan mencionado compañero de Paco Stanley, del que no se sabe nada.
Habían pasado entonces cuatro o cinco años desde el atentado contra Stanley, en el que este murió y Jorge resultó herido. Platicamos poco del asunto mientras íbamos a su casa, que entonces se encontraba por la zona de Las Águilas. “Han sido tiempos duros, apenas estoy viendo si se concretan un par de proyectos, como este de RP, pero todos quieren que a cambio les hable de Paco y explotar el morbo que hay en torno al caso… Tú me conoces, sabes que yo no voy a jugar ese juego”, me dijo convencido.
Lo vi muy demacrado, como si hubiera perdido toda ilusión, aunque, como siempre, impecablemente vestido. “Hoy por ti, mañana por mí”, me dijo al bajar del auto, luego de darnos un abrazo. De camino a mi casa, pensé en las vueltas que da la vida.
Recordé que conocí a Jorge cuando él era el brazo derecho de Paco Stanley y el encargado de coordinar los encuentros del conductor con la prensa. En los tiempos del programa ¡Pácatelas!, Jorge me llamaba en ocasiones para avisarme qué artistas invitados tendrían y organizaba todo para que, en aquellos pasillos de Televisa Chapultepec, pudiera yo entrevistar a figuras que iban empezando como Shakira, Ana Bárbara o Bobby Pulido.
Jorge siempre fue un caballero y un hombre al que todos respetaban. Se había ganado ese respeto por hacer un periodismo serio, que le abría las puertas de cualquier lugar. Fue por muchos años colaborador cercano de Jacobo y Abraham Zabludovsky, de los pocos que pudo entrevistar en exclusiva a ídolos como Luis Miguel, y también de los pocos a los que el propio Emilio Azcárraga Milmo, dueño de Televisa, felicitaba personalmente por su labor.
De ahí que el mismo Paco Stanley le confiara su imagen y algunas negociaciones con las televisoras. Incluso se sabe que fue Jorge Gil quien, tras su salida de Televisa, consiguió esa nueva oportunidad en TV Azteca. Pienso que eso despertó envidias de propios y extraños.
No nos hemos visto de nuevo. Luego de mucho tiempo busqué a Jorge, pero no tuve éxito.
También pasaron años hasta que leí Mi verdad: 7 de junio de 1999, el libro que publicó al año de la muerte de Paco, y me pareció un relato objetivo y preciso, aunque me quedaron más dudas que respuestas ¿Por qué se desapareció Jorge?, ¿En qué estará trabajando?, ¿Cómo estará su familia?, ¿Se encontrará bien de salud?, ¿Habrá vuelto a ser feliz?…
Y hace unos días se estrenó la serie ¿Quién lo mató? a través de Prime Video. De entrada, veo espectaculares tapizando la ciudad y luego a Diego Boneta interpretar un desgarbado y pusilánime personaje, que absolutamente nada tiene que ver con el hombre al que intenta imitar. Aparece jorobado, caminando raro y hasta tartamudo, cuando Jorge no era así en su trato y, al contrario, es un hombre muy seguro y educado.
Me molesta que usen su nombre real y protejan otros, y que lo presenten como un fanático religioso, con doble personalidad y violento con su familia, cuando nadie de la producción tuvo ni ha tenido acceso a su círculo más íntimo. Pero lo que más me disgustó fue la falta de veracidad en la historia, en general, y la pobreza con la que es llevada a la pantalla.
Si un día vuelvo a verlo, seguro le preguntaré su opinión, aunque quizá lo más importante sea la opinión que tenemos de Jorge, quienes sí lo conocimos. “Jorge Gil trabajó mucho tiempo con nosotros y la verdad me indigna, me da un coraje tremendo verlo tendido en una banqueta, sangrando de la pierna derecha… Es un hombre que no le hacía daño absolutamente a nadie. Un buen hombre, buen periodista, trabajador, sin vicios… Este es Gil”. Eso fue lo que dijo Abraham Zabludovsky, mientras reportaba aquella balacera donde Paco Stanley perdió la vida. Describe a Jorge de cuerpo entero. Y yo subscribo.