¿Qué es la seguridad alimentaria y porqué representa uno de los retos más importantes con los cuales nos enfrentamos hoy día?
El BID define la seguridad alimentaria como una situación en la que todas las personas en todo momento tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades y desarrollar una vida saludable. Esta definición teórica, llevada a la realidad en la que vivimos, se hace compleja de conseguir. El desafío no es sencillo teniendo en cuenta que se prevé que para el año 2050 la población mundial superará los 9 mil 500 millones de habitantes y para poder suministrar las necesidades a toda esa población se estima que los rendimientos de la agricultura deberán crecer aproximadamente 70 por ciento en referencia a los niveles de producción alcanzados en 2016.¿Cómo alcanzar estos objetivos en situación de crisis como la que vive la civilización?
Según la FAO, el sistema alimentario mostró durante la pandemia carencias en las cadenas de suministro, restricciones en el movimiento y confinamiento de importantes partes de la población, generando, además, rápidos aumentos en los precios de la energía, los fertilizantes y otros insumos y servicios agrícolas. A la crisis del sistema alimentario, ya debilitado por los efectos de la pandemia, se suman los efectos generados por el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia. Así, 17 millones de hectáreas fueron sembradas por agricultores ucranianos, de las cuales se pudieron cosechar solo 22 por ciento. Estos hechos profundizaron la crisis y generaron aumentos en los índices de los alimentos por encima de los valores históricos registrados.
Rusia y Ucrania son exportadores netos de productos agrícolas, representando 29 por ciento de las exportaciones mundiales de trigo. Ambos países abastecen mercados mundiales de importancia y en muchos casos son los proveedores principales de alimentos básicos: 750 millones de personas en África y Medio Oriente dependen de más de 50 por ciento de las exportaciones de trigo de Ucrania y Rusia. Esto aumenta la presión sobre otros proveedores (necesidad de los importadores a garantizar el suministro) y como consecuencia, sobre los precios en los mercados mundiales. Los conflictos bélicos se cierran fronteras. Al cerrar las fronteras, la agenda de muchos países en referencia a la seguridad alimentaria deberá cambiar en forma radical. Según afirma el economista en jefe de la FAO, Máximo Torero Cullen, una de cada cinco calorías que el ser humano consume ha cruzado por lo menos una frontera internacional, lo cual demuestra la importancia de políticas de seguridad alimentaria que puedan disminuir la vulnerabilidad de la agricultura durante periodos de crisis y ponga en relieve el papel de la actividad agropecuaria como proveedor de alimentos.
Se suma a esta situación la necesidad de adaptación de los sistemas alimentarios al cambio climático. Estos sistemas deberán encontrar alternativas sustentables que reemplacen el uso de combustibles fósiles y que puedan utilizar eficientemente el agua y el suelo.
La escasez de recursos como agua y suelo permite entender que la producción de alimentos necesaria para alcanzar la seguridad alimentaria deberá enfocarse en la intensificación de prácticas agropecuarias sostenibles ambientalmente. El aumento de la producción no podrá ser el resultado de la incorporación de tierras agrícolas.
Muchas de las estimaciones existentes señalan que la posibilidad de incorporar nuevas tierras agrícolas para el aumento de la producción total de alimentos será limitada. Aproximadamente 38 por ciento del total de la superficie terrestre son tierras agrícolas, estimándose que, si la productividad agrícola de la tierra se mantiene en sus niveles actuales, será necesario convertir 6 millones de hectáreas de tierra en producción agrícola cada año hasta al menos 2030 para satisfacer la demanda (Economics of Land Degradation Initiative, 2013). Según FAO-OECD (2019) se espera que la producción agrícola crezca 15 por ciento durante la próxima década fundamentalmente como resultado del uso de buenas prácticas y nuevas tecnologías que permitan un constante aumento de la producción en busca del objetivo que es alcanzar la seguridad alimentaria.Es claro que independientemente del acceso a tecnologías e insumos, la posibilidad de aumentar la producción agrícola dependerá en gran medida de la existencia de recursos económicos que permitan inversiones en infraestructuras como por ejemplo acceso a agua para riego, vías que aseguren el suministro continuo de insumos de producción y paralelamente permitan el fácil y rápido acceso a los mercados.
En resumen: el aumento en la frecuencia de desastres naturales generados por el cambio climático, junto con mercados inestables producto de la crisis generada por pandemias o conflictos bélicos, magnifican la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios. Estos hechos exigen soluciones inteligentes y sustentables a lo largo de toda la cadena de producción. Por ello se necesitan redoblar los esfuerzos de investigación, inversión en infraestructura y mejora en los sistemas de producción, ya que sus consecuencias pueden ser más previsibles que la estabilidad mundial permitiendo además asegurar la resiliencia de una agricultura sustentable ambiental y económicamente.
* Director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Israel.
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