Daniel Noboa, presidente de Ecuador, presentará un proyecto de reforma a la Constitución para que la Asamblea de ese país modifique el artículo que prohíbe “la existencia de bases militares extranjeras e instalaciones con propósitos militares”. Noboa, quien cuenta con los votos necesarios en el Legislativo, responsabiliza al expresidente Rafael Correa por la salida de la base de Manta ¡hace 15 años! y el subsecuente aumento del narcotráfico.
Ya sabemos que poco o nada le importa la soberanía al improvisado mandatario del Ecuador, pero los datos dicen otra cosa. La denominada Base de Manta, que funcionó bajo un acuerdo con Estados Unidos en la ciudad costera de Manabí desde 1999 hasta el 2009 con el fin de combatir el tráfico de drogas y la inseguridad, jamás demostró resultados en dichos rubros. De 1990 a 2007, se puede observar un aumento exponencial en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en Ecuador, llegando en ese entonces a los 18 en su pico más alto, y en su momento más bajo a 5.7, durante el Gobierno de Correa y sin ninguna base militar gringa.
Ahora, ni hablar cuando ha alcanzado una tasa de 45 homicidios por cada 100 mil habitantes, convirtiéndose en la actualidad, en el país más inseguro del continente.
Mientras el principal deudor del fisco, que a su vez es el presidente del país, se pasea por el mundo sin sonrojarse y le habla al país de “oportunidades, honestidad y voluntad política”, Ecuador vuelve a sufrir los peores apagones; le clava el 15% del IVA al pueblo que dijo no cobraría; y con un discurso de “recuperación de la patria y la seguridad”, le allana el camino a los gringos para la entrega de los recursos energéticos de las y los ecuatorianos, tal como lo hizo en su momento el expresidente Mahuad.
En 1999, a la gente en Manta les prometieron la prosperidad de un pequeño Miami con la llegada de la base militar. El único Miami que llegó fue para las élites, porque a la gente del pueblo les llegaron puros salarios de miseria y violaciones a sus derechos humanos.
Noboa podría mirar un poco arriba de su territorio y revisar la historia de su vecino país. En el marco del llamado Plan Colombia, y de la supuesta ayuda de los Estados Unidos para combatir el narcotráfico en América Latina —idea bajo la cual también se instaló la base de Manta—, el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez—autorizó la instalación de siete bases estadounidenses en territorio colombiano. Decía en su momento Uribe que “solo los terroristas y narcotraficantes debían temer”.
Durante la implementación de este plan se disparó el número de cultivos de coca y Colombia continuó ocupando el primer lugar como productor; aumentó el número de víctimas del conflicto armado; hubo un aumento del riesgo para defensores de DD.HH. por la militarización que la iniciativa trajo consigo; y fracasó la exportación del modelo, entre otros.
Claro, sería bastante iluso pensar que un presidente que ordena invadir embajadas; que prefiere comprar barcazas que invertir en mantenimiento del sistema eléctrico; que ordena apagones masivos y los disfraza de cortes programados; que es el principal deudor del fisco; que graba videos en una peluquería en medio de matanzas, le importa entregar la soberanía y los recursos de su país. Lo que uno no se explica es la complicidad de todo el aparataje del Estado y hasta de ciertos asambleístas que hasta se dicen de izquierda, por el miedo a ser señalados o señaladas como “cómplices del terrorismo”, haciéndole el juego al junior presidente.
Ahora resulta que el problema del Ecuador es que no tiene bases militares extranjeras.