"Me olvidé de quién era, el día en que ellos desaparecieron, nunca pensé más en mí".
Hebe de Bonafini
Las madres buscadoras buscan a sus hijos e hijas desde el norte hasta el sur de América Latina, desde Tijuana a la Patagonia. Recientemente, falleció una de las más conocidas en el mundo: Hebe de Bonafini, Madre de Plaza de Mayo. Murió sin encontrar a sus hijos, sin darlos por muertos y después de protestar innumerables veces frente a la Casa Rosada.
Miles de presidentes y expresidentes, políticos, cantantes, artistas, le dedicaron sentidas palabras por su partida. Hebe pasó a la historia como un emblemático ejemplo universal de resistencia y de defensa por los Derechos Humanos.
Cecilia Flores es otra madre buscadora, pero en México, líder y fundadora del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, que lleva más de siete años tras el rastro de sus dos hijos. Aunque esta lideresa se ha hecho de un nombre conocido en su país, su reconocimiento dista abismalmente del de otras madres como su par argentina y con ello también su “protección” a más tragedias.
Dirán ustedes que aunque compartían un objetivo común, las separan casi 40 años de lucha y una dictadura militar, pero la realidad es que las historias de dolor, de agravio, de batallas en soledad, de desdén y desprecio por parte de las autoridades, de la propia desaparición, no tienen cabida por sí mismas en la palestra pública. No basta con ser víctima de uno de los delitos más atroces: el de morir en vida. No es suficiente para salir del anonimato. Tampoco lo es el que sea considerado un delito de lesa humanidad.
Sin un gobierno solidario, empático con las víctimas de desaparición forzada y sus familias, poca mella hará cualquier intento de atención pública, ni qué decir de justicia. El acompañamiento del pueblo también resulta fundamental. ¿Nosotros y nosotras hemos acompañado su lucha con la suficiente fuerza y voz?
Rápidamente, las Madres de Plaza de Mayo expandieron su ámbito de actuación hasta convertirse en una asociación política que hoy por hoy denuncia situaciones que van desde los abusos judiciales hasta la falta de trabajo digno. Encontraron en gobiernos como el de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, grandes aliados. ¿Perdieron el norte? No. Encontraron una forma de amplificar su lucha.
Mientras tanto, madres buscadoras como Cecilia, que aprendieron a hacer el trabajo de médicos forenses y fiscales, caminan con miedo porque su cabeza tiene un precio. No hay círculo político ni “legitimidad pública” ni seguridad estatal que las proteja.
Las madres buscan mientras se acercan más a la muerte. Si no encuentran a su hijo, encontrarán al de otra madre. En cualquier latitud latinoamericana, las madres de desaparecidos y desaparecidas son víctimas también de gobiernos ineficaces, ausentes, indolentes. Ojalá todas las madres buscadoras fueran arropadas con el mismo cariño y vehemencia con el que recordaremos siempre a Hebe. Absolutamente todas lo merecen.
Daniela Pacheco
@DanielaPachecoM