La política barata de Nayib Bukele

  • Columna de Daniela Pacheco
  • Daniela Pacheco

Ciudad de México /

No tan sorpresivamente, desde que Nayib Bukele asumió la presidencia en El Salvador, las altísimas tasas de homicidio comenzaron a descender. En 2015, la cifra era de 103 asesinatos por cada 100 mil habitantes, mientras que en 2019, cuando llegó al poder, la tasa disminuyó a 37.4. Lo que parecía una exitosa estrategia de mano dura pronto se revelaría en un pacto previo con pandillas a cambio de algunos beneficios.

Según una investigación realizada en septiembre de 2020 por el portal periodístico de ese país El Faro, caracterizado y perseguido por denunciar los abusos del poder, el gobierno de Bukele había cerrado un acuerdo con las dos bandas criminales más poderosas para lograr el descenso en los homicidios, antes de las elecciones legislativas y municipales de febrero de 2021 que el partido del gobierno ganó contundentemente. Cabe resaltar que no ha sido el único presidente de ese país en hacer esta clase de alianzas; nunca ha existido una respuesta seria y estructural al problema de la violencia.

Sin embargo, al parecer ese pacto se rompió y el 25 y 26 del mes pasado se produjo el fin de semana más violento desde la guerra civil, dejando como saldo 87 homicidios. Rápidamente, el primer mandatario le solicitó a la Asamblea Legislativa --que controla al igual que otros poderes-- que decretara un estado de excepción por treinta días que faculta a las fuerzas estatales a limitar el derecho de libre circulación y asociación así como el derecho a la defensa, a intervenir la correspondencia y las telecomunicaciones sin una orden judicial; además de ampliar el plazo de detención de tres a quince días.

El Congreso también aprobó la compra de armas por 80 millones de dólares y una serie de reformas que endurecen las penas a las pandillas.

A pesar de su carácter contestatario, hasta el día de hoy Bukele no ha explicado los motivos de la escalada violenta ni por qué desmanteló la unidad de fiscales que investigaba las negociaciones con las pandillas.

El balance de la estrategia #GuerraContraPandillas en el marco del #PlanControlTerritorial del cual se informa y se ordena a través de Twitter, ha dejado más de 6000 nuevos prisioneros en las cárceles y una “política de seguridad” que contrarresta sangre con más sangre. La mano dura de Bukele sólo expone la debilidad y el fracaso rotundo de su gobierno.

“A la comunidad internacional: tenemos 70,000 pandilleros aún en las calles. Vengan por ellos, llévenselos a sus países, sáquenlos de esta ‘persecución dictatorial y autoritaria’. Ustedes pueden ayudar a estos angelitos, no permitan que les sigamos ‘violando sus derechos’”, es sólo uno de los muchos tweets con los que el presidente salvadoreño separa a todos los terroristas que se oponen a la represión, de la “gente de bien” asediada por el crimen.

Haciendo oídos sordos a cualquier preocupación o crítica, intenta convertir el baño de sangre en el único elemento aglutinador de su pueblo; él y su gente contra los enemigos de la paz y la democracia.

Las imágenes dan cuenta de miles de presos tatuados con la cabeza rapada, amontonados y caminando en ropa interior de la forma más humillante en las cárceles; tanques, carros blindados, fuerza policial golpeando a supuestos pandilleros, y autoridades derrochando su masculinidad tóxica en mensajes que prometen exterminar a las maras sin piedad. Además del anuncio del retiro de colchonetas y cobijas, la mezcla de bandas diferentes en una misma celda, el racionamiento de la comida y la amenaza de hacer todavía más duras las condiciones de los privados de la libertad.

Llama la atención que la condena internacional haya sido más dura frente a los gobiernos que enviaron un representante a la toma de protesta de Daniel Ortega que ante estos hechos de horror en El Salvador. Seguramente no es tan redituable políticamente y las imágenes de pieles tatuadas a más no poder convencen a muchos de la maldad.

Lo cierto es que difícilmente puede esperarse un cambio de rumbo en ese país centroamericano. No hay ni la más mínima intención de atender el problema de raíz, entendiendo inclusive que es la falta de oportunidades el semillero perfecto para el crimen y no estrictamente la voluntad de cometerlo; Nayib Bukele seguirá haciendo política barata, del show, de la espectacularidad, de los likes, porque es la única que sabe hacer. Mientras su pueblo se desmorona, sus bolsillos se seguirán llenando de bitcoins.

Daniela Pacheco


Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.