El drama de no pertenecer

  • Travesía Eleutheria
  • Daniela Segovia

Ciudad de México /

Asume por un momento que estás sin papeles, que no puedes abrir una cuenta en el banco, inscribirte en la universidad o acudir a un hospital en caso de emergencia, mucho menos viajar al exterior. Todo porque no ‘existes’ y jurídicamente eres un apátrida, es decir, una persona que no goza del reconocimiento como ciudadano de ningún Estado. El país donde naciste o la nación de origen de tus padres impiden dicho reconocimiento.

Un escenario que por más inverosímil que parezca, es real, muy real. A la fecha, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que hay más de 10 millones de personas en el mundo con la condición de apátridas. Son individuos que viven bajo extrema condición de vulnerabilidad y cuyos derechos son tremendamente violentados.

Ese fue el caso de Maha Mamo, cara visible de la campaña Yo Pertenezco, adelantada por ACNUR. Ella nació en el Líbano, hija de padres sirios cada uno con una religión distinta (él cristiano, ella musulmana). Esto imposibilitó que pudieran casarse, lo cual los llevó a establecerse en el país vecino, cuyas leyes no otorgan la nacionalidad a los hijos de extranjeros. De este modo, al no haber estado registrada la unión ante autoridades sirias, los niños de la pareja tampoco pudieron registrarse como sirios. El de Maha fue una historia con final feliz. Hoy día, es ciudadana brasileña, llegó primero como refugiada y pudo luego acceder a la nacionalidad.

¿Cuántos no estarán en el mundo esperando su final feliz? Difícil trayecto, harto conocido por la minoría rohingya en Myanmar.

Simplemente sueñan con que se les reconozca el derecho a ser y existir legalmente, un primer paso hacia su libertad.

*Profesora de la Maestría en Relaciones Internacionales del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, capítulo México

@danielasegovia

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