La mañana de ayer en esta nuestra ciudad capital, en concreto al sur de esta, allá por la salida a Actopan, se vivió una situación por demás peculiar, se tomó por parte de vecinos del lugar el Boulevard Santa Catarina, para protestar por la construcción de un albergue para migrantes.
La noticia fue incluso nacional, la toma de esa avenida no llego ni a las tres horas, arrancó cerca de las 8 am y antes de las 11 la vialidad estaba abierta. Eso sí, el caos que provocó fue de proporciones considerables, ese lugar conecta con muchos destinos laborales.
Al final se detuvo la construcción, por ahora, ya que al tratarse de una obra de gobierno y en terrenos oficiales, aunque hayan argumentado que eran privados, será cuestión de tiempo para que el albergue continue y abra sus puertas allá por marzo del 2025.
El tema de fondo ante esto no es en si el albergue, es lo que implicará cuando esté operando, según lo dicho por la presidenta del DIF no rebasará las 150 personas y que no estará centrado en hombres solos, sino más para niñas, niños, madres con bebés, familias completas, etc. Y que la intención es que no estén más allá de un mes en ese lugar, además no será para extranjeros sino también para connacionales en situación de vulnerabilidad, esto es indígenas y gente que este de paso.
Lo anterior se lee muy bien, sin embargo, el gran reto y de ahí la inconformidad de los vecinos de fraccionamientos aledaños es lo que en la operación real se ha visto a lo largo de todo nuestro territorio nacional.
En concreto cuando se habla de albergues donde hay extranjeros, terminan sobre poblados e incluso tomando las calles aledañas, los hombres, sobre todo, porque sus hijos y parejas están dentro del albergue y al no haber cabida para ellos, quedan a la deriva afuera, con todo lo que esto implica, comercio ambulante y quizá incluso, que estas personas sean presas de la delincuencia organizada.
La idea solidaria es fantástica, pero del dicho al hecho quien sabe que pase.