Los artífices del clásico

Puebla /

Después de una insípida Fecha FIFA, en el momento más anticlimático, la Liga MX lanza su partido cumbre: el clásico de clásicos, América vs. Guadalajara.

El Rebaño Sagrado busca dar un golpe de autoridad que lo consolide en la parte alta de la tabla, mientras que el bicampeón intenta sacudirse las dos derrotas a cuestas, ante el Puebla y el Cruz Azul.

La máxima rivalidad de nuestro balompié cumple 70 años, siendo el encuentro insignia.

Mucho antes de la irrupción americanista vía la televisión y de la proyección del Guadalajara en el cine, ya había pique entre tapatíos y capitalinos. Quizá el primer personaje que canalizó esa animadversión y le dio forma al clásico fue don Fernando Marcos.

El polifacético estratega americanista le tomó la medida al Guadalajara, cuando el conjunto capitalino apenas si aspiraba a la media tabla y el club de Jalisco ya trazaba sus primeros momentos importantes en pos del título. Es en esa etapa, a mediados de los cincuenta, cuando surge con intensidad el odio deportivo entre ambas instituciones, en buena medida, gracias a esa prepotencia que logró imprimirle Marcos a una escuadra que era de clase media.

Después de ser el ya merito, el Guadalajara se consolida como el campeonísimo, gana cuatro ligas consecutivas y se convierte en el modelo futbolístico a seguir. Por aquellos años, finales de los cincuenta, aparece otro personaje clave: Emilio Azcárraga Milmo.

El audaz empresario, une a la televisión y al futbol, convirtiendo al balompié en un fenómeno mediático. La rivalidad, un poco armada, rápido encontró su alter ego con los futbolistas de ambos clubes. Personajes como Sabás Ponce y Jamaicón Villegas, que ganaron los 8 campeonatos que logró El Rebaño Sagrado en su época de oro, o futbolistas de reciedumbre como El Tigre Sepúlveda y El Tubo Gómez, no podían ver ni en pintura al América.

Toda esa brillante generación del Guadalajara tuvo a un líder ejemplar que siempre le ganó al acérrimo rival: el ingeniero Javier de la Torre. El papá de Yayo y tío de Chepo y Néstor, proveyó de un gen competitivo casi invencible a sus dirigidos.

El americanismo, veía hacia arriba al chiverío. Del lado capitalino encontramos a gente fundamental para darle rumbo a la máxima animadversión: Panchito Hernández, Guillermo Cañedo, Carlos Reinoso y sobre todo… don José Antonio Roca.

El patriarca del americanismo moderno fue, probablemente, el principal promotor de la inquina que con el tiempo fue capaz de dividir en dos bandos al futbol en nuestro país.

Roca se autoproclamó como el antichiva número uno, desde su época como futbolista del Zacatepec, cuando le ganaron una liga al Guadalajara en 57-58, pero perdieron otras tantas, y sobre todo, sufrieron el descenso que les produjo una dolorosa derrota ante las Chivas. Es ahí cuando los Cañeros, pero particularmente Roca, juraron con su sangre un odio eterno a la escuadra tapatía y surge la corriente antichiva, piedra angular del clásico de México.


  • David Badillo
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