Se fue de México un grandioso doble cara, Agustín Marchesín.
El portero ya no está en tierras aztecas, sin duda deja marca; vale la pena hablar de su trayectoria y comportamiento dentro y fuera de las canchas.
El arquero argentino fue en nuestro país siempre un hombre con dos rostros, por un lado, un guardameta con habilidades extraordinarias y un mandamás de los tres palos que colocó su nombre entre los mejores extranjeros en la historia de la Liga MX, pero su otro rostro estuvo fuera de las canchas, en los micrófonos, en los vestidores, con la prensa y con los aficionados, esa cara fue terrible de Marche.
De sus cualidades como portero no hay nada que decir, es un fenómeno completo.
Sin embargo, el señor era una persona maliciosa que solo veía sus intereses y no le importaba el daño que hacía cada vez que se proponía algo.
Marchesín sabe como engañar a la gente y a la prensa, es un actor nato cuando se lo propone, a Agustín nunca le ha importado la afición ni los clubes que ha representado.
En Santos, dejó muy golpeado el vestidor y la relación con la directiva. Sus caprichos lo llevaron a hacer cosas que no estaban bien.
Pleitos con compañeros y una guerra en contra de Alejandro Irarragorri fue lo que más perjudico al equipo lagunero.
Recuerdo un día que estafó a los hinchas santistas, tras su conflicto con la directiva santista porque no lo dejaron ir a Boca Juniors, en un partido frente a Puebla en el Apertura 2016 fingió una lesión en la mano sabiendo que ya no había cambios para lanzarse de delantero y correr por todo el campo. Aquel día los aficionados creyeron que tenían un héroe en su escuadra.
En Torreón lloró cada que quiso echarse a la bolsa seguidores albiverdes, filtró varias veces información a la prensa para perjudicar al club y cuando emigró a las Águilas los laguneros vieron quien era en realidad Agustín, por eso siempre fue abucheado en el TSM cuando lo visitaba.
Ya en América fue más mesurado, pero no dejó de protagonizar momentos polémicos, hasta golpeó a un canterano una vez y por su puesto declarando tonterías en contra de Santos. Al despedirse hace unos días en una entrevista hizo su típico teatrito de romper en llanto, cuando jamás ha derramado sola una lágrima, pero su show lo tiene que hacer.
Para fortuna de las Águilas lo vendieron a tiempo antes de que hiciera su berrinche y comenzara a echar andar sus maquiavélicos planes que suele realizar como niño chiquito cuando no le cumplen lo que desea.
Abandona la Liga MX un gran portero, pero también una mala persona.