Hasta hoy el gobierno de Guanajuato solo da largas y seguimos sin saber cuál será el destino del Fidesseg, el fondo creado para apoyar a las organizaciones civiles que atienden a la población más vulnerable. La gobernadora electa ha afirmado que el Fidesseg no desaparece, pero al mismo tiempo advierte que este tendrá que adaptarse a los planes de gobierno, lo que puede sugerir un control del fondo desde la Sedeshu. No basta con mantener el fideicomiso: la forma en que este se maneje es fundamental.
Antes del Fidesseg quien aportaba recursos para las OSC era la Sedeshu. En el 2014, por ejemplo, repartió cerca de 45 millones de pesos en dos tandas. En la segunda convocatoria repartió poco más de 24 millones de pesos. De ellos, obsequió 16 al Teletón de Irapuato, es decir, un 64.4%. El resto se repartió entre otras 34 instituciones, que obviamente recibieron un porcentaje muy menor. Unas 25 más presentaron proyecto y se fueron con las manos vacías. En esa segunda convocatoria, presentó solicitud también un centro de rehabilitación en Celaya, y le dieron un 4%. La segunda que más recibió. ¿Era prioritaria para la Sedeshu la rehabilitación?, ¿tan por encima de cualquier otra necesidad social en el Estado? ¿Quién definió esos criterios? ¿Cómo se aprobaron? Ni a las asociaciones, ni a ningún organismo autónomo se les daban vela para ese entierro.
Si ahora se acusa de falta de transparencia al Fidesseg, la forma en que se manejaban los recursos antes era mucho menos clara. Nunca apoyaban gastos operativos y se tomaban la licencia de modificar los proyectos u ofrecer cantidades menores sin modificar las metas. Ahora, con un monto veinte o treinta veces mayor hay un atractivo muy grande para usarlo discrecionalmente o con criterios políticos.
El modelo actual del Fidesseg, tiene, sin duda, mucho que mejorar, pero se puede, sin nos dejan, debatirlo. Se pueden crear procesos más eficientes, dar voz a más ciudadanos de a pie (no sólo al empresariado); se pueden pulir los criterios y garantizar al 100% la transparencia.
El peligro actual no es que desaparezca el fideicomiso, sino que pierda su esencia. Parecieran detalles, pero no lo son. ¿Cuáles considero que son los elementos mínimos que se deben mantener? El primero, que no se desvíen los fondos de sus fines principales, apoyar a la población vulnerable. El segundo, que exista un proceso de asignación de recursos con bases técnicas, sociales, que esté en manos de un grupo plural: ciudadanos, miembros del gobierno e incluso legisladores. Tercero, que este proceso garantice que los recursos se otorguen con absoluta transparencia, equidad, sin sesgos partidistas o ideológicos, y que fomenten la emergencia de nuevas OSC.
Mientras las autoridades siguen pateando el bote, las OSC del estado nos estamos organizando y exigimos que se abran ya las mesas de diálogo, para discutir estos puntos a profundidad, porque el diablo está en los detalles.