Contra los fascismos

Ciudad de México /

Café Pruckel por la mañana. Entre espejos art nouveau que reflejan luces por encima de sombras, serios parroquianos delante de periódicos reposados en soportes de madera: el Kronen Zeitung, el Der Standard y el Süddeutsche Zeitung desplegados sobre Wiener Zeitungshalter aus Holz. México, Canal de Panamá, China, en las primeras planas de Austria. El capitalismo arrogante de Trump bordea una locura que hace posible lo absurdo. No exagera quien ve en la realidad de Estados Unidos la vuelta fascista que sucede a nivel internacional.

Palacio Imperial de Hofburg por la tarde. Al costado de la cancillería federal austriaca se reúnen cerca de treinta mil personas para marchar. Hay contingentes anarquistas y comunistas, pero lo que abundan son jóvenes espontáneos, que parecen tener ganas de organizarse, coreando “Fuera Nazis”. La convocatoria nace, sobre todo, de diversos colectivos de artistas de Viena.

Y esto sucede en una ciudad en la que Hitler intentó estudiar arte a principios del siglo pasado pero fue rechazado en dos ocasiones por la academia local. Tras una vida de paria, durmiendo en calles y albergues, el futuro tirano, por entonces un clochard, se alistó en el Ejército alemán. Luego de la Primera Guerra Mundial, agitó aguas nacionalistas con demagogia pura, fue encarcelado por ello y en prisión escribió Mi Lucha. En ese momento, antes de todo lo demás, Hitler parecía un personaje absurdo que se perdería en la intrascendencia, hasta que…

Trump sí ha logrado algo: por fin, parece que la alerta antifascista se ha encendido y el campo de batalla se alcanza a ver con menos dificultad. La nefasta liturgia trumpiana hace más urgente y necesaria una respuesta de aquellas personas que buscan la libertad y de organizaciones con afán independiente. Trump solo es la punta del iceberg: hay que hacer algo ante la ola de autoritarismos de diversos colores y geometrías que cubre al mundo.

Es por eso que la marcha de hoy en Austria dialoga con otra que hubo hace veinticinco años, cuando más de cien mil personas se congregaron en el Heldenplatz para manifestarse contra una coalición de fuerzas partidistas que reivindicaba el racismo y el neoliberalismo como proyecto de gobierno. Ahora, bajo el impulso del fascismo americano, se cierne la unión de la derecha y ultraderecha para gobernar el país.

Y en México, una nueva discusión sobre el poder y la justicia es algo que desde las calles vienesas pareciera que debería, mereciera, darse. Contra los fascismos, está claro, hay que rebelarse.


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