Acapulco a finales de los cincuenta como centro del mundo. Por espectaculares hoteles e impecables avenidas deambulaba jet set internacional de diversa calaña. John Wayne, Elizabeth Taylor, Diego Rivera, Sophia Loren, Frank Sinatra, Errol Flynn, María Félix y Ringo Star asentados en zonas que se asumían doradas o diamantescas para mirar el Océano.
Hollywood fantaseó a partir de entonces con una ínsula de paraíso mexicano en el cual aterrizaban incluso personajes ficticios tan rocambolescos como James Bond y Rambo para acompañar a Tin Tan en sus aventuras. No sorprende entonces que El Rey tenga también su marca acapulqueña. Fun in Acapulco, se llama la película de Elvis Presley, quien sin embargo, debido a ciertas cuestiones racistas, nunca estuvo en el puerto, como bien advierte el título del espléndido libro del fotógrafo Adam Wiseman, publicado por Fauna Libros, el cual presentan Pau Luque y Viviana Kuri este 3 de diciembre a las 7 pm en Impronta Casa Editora.
Por lo menos estos días, Guadalajara también se siente como un centro del mundo. A la Feria Internacional del Libro, sin el glamour del Acapulco veraniego, pero con un tumultuoso frenesí otoñal, lectores y autores desandan por calles y torres todavía hechas a partir de esa vieja idea que mezcla la palabra impresa, el papel y la imaginación.
A principios de año, en una cena en otro puerto idílico, Cartagena de Indias, la directora de la FIL, Marisol Schulz, entre canciones y anécdotas sobre Juan Gabriel (quien también fue parte de la realeza acapulqueña) relataba la pericia y las peripecias que implicaban organizar durante meses un evento de diez días de duración que ha sobrevivido a pandemias, peroratas presidenciales y la perdida de su fundador, Raúl Padilla, un personaje digno de una película de Scorsese o bien, de Woody Allen.
Sin bloqueador ni bronceador, viajo estos días a Guadalajara para presentar mi libro En la montaña, junto a Felipe Restrepo y Javier Lafuente, con la esperanza de que unos días antes del evento (4.30 pm, Miércoles 4, Salón B, Área Internacional) haya desembarcado en Veracruz el barco que trae algunos ejemplares impresos del otro lado del charco en un tallercito de Barcelona.
Siempre mi parte preferida de toda la FIL es el Encuentro Internacional de Periodistas, en el cual participaré este año charlando sobre la memoria de la violencia política con Elizabeth Jelin, socióloga argentina que desafió en su momento a la dictadura militar de un país a merced ahora de una triada de luminarias, Javier Milei, Donald Trump y Elon Musk, que seguro serán tema de asco, conversa e intersubjetividad a lo largo de los días librescos, en medio de los cuales buscaré reunirme con doña María Guadalupe Aguilar, para recordar aquella Caravana por la Paz que cruzó Estados Unidos de costa a costa en 2012, para cuestionar el absurdo.
Durante esta travesía tapatía acompañaré también al escritor e historiador, Froylán Enciso, en la presentación De Sinaloa para el mundo, magistral y pertinente libro sobre drogas, mafias y conspiraciones alrededor de un territorio en el que alguna vez se asentó el mítico reino de Aztatlán y en el que ahora se ha desatado una guerra de familias que puede no durar años, sino generaciones (4.30 pm, Jueves 5, Salón H, Área Internacional).
Ese mismo día, por la noche, en la Sala Guillermo del Toro de la Cineteca, habría que ir a la proyección del primer episodio de La Liberación, serie de Amazon creada por la directora Alejandra Márquez Abella, quien conversará al final con las escritoras Dahlia de la Cerda, Aura García Junco, Gabriela Jauregui y Elizabeth Duval.
Por supuesto que voy también con ganas de estar en alguna de las tertulias nocturnas improvisadas por el poeta Andrés Ramírez, celebrar el cumpleaños intergaláctico del editor, Diego Rabasa, taclear en modo fan a Enrique Vila Matas o a algún otro aclamado autor hospedado en el hotel Hilton (o como se llame este año) de enfrente, añorar los bailes enfebrecidos de la desaparecida Mutualista en la que alguna vez partió plaza Gabriel García Márquez y constatar que Elvis nunca estuvo tampoco en la FIL.
De lo que se perdió El Rey, por racista.