“No soy el 'cáeme bien'”

Ciudad de México /

SERIE PERIODÍSTICA “ABC DE UNA OPERACIÓN DE ESTADO” / CAPÍTULO IX

Obra del muralista Rafael Cauduro, quien ha exigido justicia para las familias. Detective

¿El secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se enteró antes por su cuenta del sentido del proyecto ABC o usted se lo dijo? —pregunto al ministro Arturo Zaldívar durante nuestra entrevista en octubre de 2023 en sus antiguas oficinas de la Corte.

—Yo lo cito. Bueno, me pide una cita y le doy la audiencia en la que le digo la conclusión a la que he llegado. Me pareció un compromiso de lealtad institucional. No tiene nada de indebido hacerlo, muchos de mis compañeros, antes y después, hasta reparten los proyectos. Me hubiera parecido una deslealtad no decirle o decirle una mentira. No había por qué. Lo importante es que no le consulté el sentido del proyecto: le avisé de qué forma venía, que es algo realmente muy distinto.

—¿Cómo valoró en lo personal la situación a la hora de avisarle?

—Llegué a la conclusión de que tenía que pagar el costo político y personal que fuera, porque no podía hacer otra cosa. Nunca hice una valoración de qué costos iba a tener. Simplemente no podía hacer otra cosa: soy ministro, me tocó este asunto, mala tarde o buena tarde, así es que tengo que asumir el costo que sea.

—El proyecto significaba un enfrentamiento con el presidente Calderón y miembros de la clase política como el gobernador de Sonora, Eduardo Bours...

—La verdad es que eso no lo procesé. A lo mejor, si hubiera procesado costos políticos hubiera hecho lo mismo pero me hubiera conflictuado más. Simplemente llegué a una decisión y me dije: ‘Como ministro no puedo hacer otra cosa’. Cuando digo que no podría volverme a poner la toga si no hubiera presentado el proyecto en el sentido que tenía, no es retórica. No hubiera podido volver a ver a mi hija a los ojos si hubiera sido un cobarde abyecto, agachado, por no lastimar a un presidente o a una clase política.

“Si soy ministro, lo soy para hacer lo correcto, lo que creo que es correcto. No tenía opción de haber actuado de forma distinta, la verdad. Entonces, no hice ese cálculo. A lo mejor, por mi inexperiencia de recién llegado, o lo que sea, pero no hice una

ponderación política del asunto.

—Después de que anuncia el sentido de su proyecto, ¿qué reacciones percibe? Recuerdo que ciertas esferas oficiales esparcen la versión de que el incendio fue intencional y se arma una trama en la que ahora el responsable es el narco de todos los días…

—Eso lo sacan justo en la discusión del Pleno. Querían que se retirara el asunto por esto y me opuse. Le dije a don Guillermo Ortiz Mayagoitia en las reuniones en privado: ‘Vótenme en contra, pero no retiro el proyecto. Como el proyecto no lo puede retirar el Pleno, solo el ponente, este proyecto se vota. Y si no están de acuerdo, vótenlo en contra, pero no lo retiro’.

—¿Con la trama del narco y los expedientes buscaban desviar la atención sobre las irregularidades y responsabilidades del esquema de subrogación?

—Lo que quisieron decir es que fue un tema del gobierno de la ciudad y del estado, porque había papeles comprometedores para el gobernador, los cuales incendiaron, por lo tanto, los responsables estaban allá: todo fue un incendio intencional de no sé quién, con un peritaje que se sacaron ya no me acuerdo de dónde, pero lo que querían era que no se discutiera el dictamen. Me opuse terminantemente a eso.

—¿Qué otros actos de presión hubo?

—Aquí hubo mucha presión política, pero ya luego en el caso Florence Cassez hubo amenazas, intimidación directa e incluso se metieron a mi casa. Ahí sí el grado del crimen institucionalizado del gobierno de Calderón llegó a extremos que nunca se había visto en contra de un ministro en funciones.

“Por eso me causa tanta gracia que ahora critiquen al presidente López Obrador porque habla mal de los jueces en las mañaneras. Eso no tiene comparación con las presiones que me consta que Calderón hacía sobre jueces y sobre ministros. En alguna ocasión, un domingo, yendo en la camioneta con mi familia, nos cierran el paso tres camionetas de la Policía Federal, se bajan con armas largas, cortan cartucho y diez minutos nos están  apuntando. Después, ya próximo a agotarse el asunto, estando mi esposa y yo en la casa, se meten, se roban todo mi material informático, mi laptop, mi disco duro, mis USB, todo eso, pensando que iban a encontrar algo.

“Para eso el mensaje ya era claro: ‘Tenemos toda tu información y te pudimos haber matado’. Yo tuve la filmación de todo, fue una especie de comando Rambo: ya conocían la casa, cómo entran, cómo salen, sabían por qué iban.

—¿Qué hizo después de eso?

—En ese momento le aviso al presidente de la Corte, Juan Silva Meza. Él lo conoce en tiempo real. Después me reúno en la oficina del presidente de la Corte con todos mis compañeros y ahí les digo lo que sucedió y les digo que responsabilizo a Calderón y a García Luna de la seguridad mía y de mi familia, que no voy a salir a medios porque generaría una crisis institucional, pero que ellos saben lo que sucedió.

—En su entrevista para la serie del caso de Florence Cassez, el presidente Calderón negó haber sabido esto en su momento…

—¡Calderón lo supo en tiempo real! Lo que pasa es que a lo mejor se le olvidó una llamada telefónica que me hizo. Él me llama y me dice:

—Ministro, sé lo que pasó.

— Sí, presidente, pasó esto…

—¿Sospecha usted de alguien?

—Mire, presidente, eso creo que no es relevante.

—Oiga, ¿quiere usted levantar una denuncia?

—Presidente, ¿para qué levantar una denuncia? No tiene ningún sentido.

—Oiga, ¿le puedo mandar una escolta de la Policía Federal?

—No, presidente, yo no confío en la Policía Federal.

—Bueno, ¿le mando una escolta del Estado Mayor?

—Eso sí se lo agradezco, presidente, porque en el Ejército mexicano sí confío.

Y estuve dos o tres meses con una escolta del Estado Mayor.

El único que podía autorizar que tuviera escolta del Estado Mayor un ministro no presidente de la Corte era el presidente de la República. Tan fácil como que esa información debe estar en las oficinas correspondientes. Calderón no solo supo, sino que supo en tiempo real que sucedió esto, pero después lo viene a negar con gran cinismo. Se le olvidó, yo creo, esa llamada, por eso ya no ha vuelto a hablar del tema. Desde que yo dije: ‘Hubo esta llamada’, mutis sobre el tema, curiosamente.

—¿Qué otro tipo de presiones recibió?

—Mire, yo siempre he sido un ministro incómodo. Lo fui para ese gobierno, lo he sido en la Corte, no soy un ministro... No soy el ‘cáeme bien’. No soy un ministro que sea el simpático ni el agradable, porque hacer lo correcto a veces no cae bien. A veces se despierta mucho el tema de la envidia, de los protagonismos, pero a mí realmente eso nunca me ha importado. Yo vengo a la Corte a hacer mi trabajo. Si les parece, qué bueno, si no les parece, me da lo mismo. Trato de hacer lo que yo creo que es correcto y listo.

“Trato de no generarme conflictos con mis compañeros y con mis compañeras, aceptar las presiones que hay y que había entonces del gobierno, de los gobiernos, de los grupos de poder, y que ahora hay en otro contexto, y por otras razones. Las tomo de una forma que uno pueda dejarlas pasar, fluir con ellas y no engancharse, que no te afecten a tu salud mental, tu salud emocional, tu salud física.

“Eso es lo que a mí me ha ayudado, que no dependo de lo que se diga de mí, la verdad. A mí la única opinión que me interesa es la mía y la de mi conciencia. Cuando estoy convencido de que hice lo correcto, no me importa lo demás. No soy alguien muy preocupado por lo que se diga o no se diga de mí, la verdad”. 

(CONTINUARÁ…)


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