La carranceada de Morena y sus garrapatas en contra de Marcelo Ebrard (y el patatús de éste) demuestran cómo se las gasta el oficialismo cuatrotero puertas adentro, y qué hará en el proceso electoral federal.
De ese episodio sólo queda indeleble para los anales de la ignominia el esfuerzo desesperado de la corcholata más inteligente y experimentada, tratando de ser acariciada por el amado dedo: prometió crear una nueva Secretaría de Estado y poner al frente de ella (sí, créalo usted) ¡a un hijo de Tartufo! El calibre de esa bajeza rebasa hasta lo imaginable.
Todo fue una carnada: durante más de 2 años la voz divina tronó diciendo: “es Claudia”; hubo un derroche multimillonario de dinero público en su favor; operó la cargada de gobernadores oficialistas y Secretarías de Estado para beneficiarla. Las cartas estuvieron marcadas a la vista de todos, incluido Marcelo.
Lo más agraviante de esa indecencia es la impunidad con la cual se solapará el multimillonario saqueo a las arcas públicas. El propio Ebrard lo denunció en varias ocasiones, pero “en México ya se acabaron la corrupción y la impunidad”.
Ahora viene lo tupido: las ambiciones personales en la disputa por veinte mil cargos públicos, y es tiempo de “chapulines” brincando de un lado a otro y a otro más.
Por lo degradado de la vida pública abundan los políticos siempre dispuestos a pronunciar encendidos discursos para “justificar” sus traiciones; les sobran motivos para arriar banderas, pasarse al bando contrario y disparar contra la trinchera poco antes ocupada por ellos. Por eso, debemos recordar la advertencia de Gómez Morín, fundador del PAN hace 84 años: “que no haya ilusos para que después no haya desilusionados”.
El presupuesto federal para 2024 facultará al narcogobierno un endeudamiento por más de 400 mil millones de pesos, con los cuales tratará de seguir cooptando el voto de los menesterosos.
Hoy, como nunca, las mujeres y los jóvenes son la más fuerte y genuina esperanza para sanar y engrandecer a México.
No perdamos más tiempo: mover a millones de apáticos para lograr su participación, con valor y generosidad en las próximas elecciones es tarea impostergable del Frente Amplio por México. Parece una ironía, pero esa multitud de ausentes tiene en sus manos el resultado electoral y el destino de México. El abstencionismo es hoy el fentanilo asesino de la democracia.
PD. Estalló el caguengue gritando: Este palacio es mío, El Grito es mío, y yo digo quiénes vienen a mi fiesta. A mí no me salgan con que la Constitución deposita el Supremo Poder de la República en el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. ¡El Poder soy Yo! ¡Viva don Benito! ¡Viva la República! ¡Viva la Democracia! ¡Viva la Revolución de las Conciencias! ¡Viva la Fraternidad Universal! ¡Viva el Amor! ¡Viva Yo! ¡Viva Yo!