En el 2027, libertad o cadenas

Ciudad de México /

Nuestra vida como nación ha sido de lucha constante por el poder, con un saldo de promesas incumplidas, hartazgo y frustración social.

Fox, en el 2000, postulado por el PAN, llegó a la presidencia pero no pudo desmontar el viejo aparato político. Los gobernadores priistas fueron más poderosos, y sin mayoría suficiente en el Congreso, fracasaron reformas trascendentes impulsadas por el PAN y el Ejecutivo.

El siguiente sexenio, el PAN, con Calderón, mantuvo la presidencia pero con predominio priista en el Congreso y en los estados y municipios. Un gobernador del PRD, Lázaro Cárdenas Batel, ahora jefe de asesores de Sheinbaum, pidió desesperadamente al presidente el envío de militares a Michoacán porque el crimen organizado bañaba de sangre a la entidad. Se culpa a Calderón de dar ese apoyo pero la matanza aumenta y la tropa sigue en todas partes.

Regresó el PRI a la presidencia con Peña pero la frivolidad y la corrupción lo tatuaron de manera indeleble.

Esos tres sexenios, con logros y fracasos, causaron desilusión, que hábilmente fue aprovechada por Tartufo (alias AMLO), un sujeto mediocre, reprobado en la universidad por 14 años, saturado de frustraciones y resentimientos y con una enfermiza ambición de poder. Fue un tramposo “rayito de esperanza” que ofreció el oro y el moro. A cambio de darles protección y negocios, acogió a cuanto corrupto necesitó para ascender.

Sembró división, desolación y muerte. Su traición fue total. En contra de sus promesas: dejó al país más violento y ensangrentado; sus familiares y bandoleros saquearon y siguen saqueando a México por tierra y mar con voracidad inaudita; la economía crecía al 2.5, ofreció elevarla a más del 4 por ciento y la entregó prácticamente en ceros; se comprometió a no endeudar al país, pero la deuda subió al doble de la que México había acumulado en toda su historia; juró respetar a los poderes legislativo y al judicial, y los aniquiló y eliminó órganos autónomos indispensables para la república; alardeó haber sacado de la pobreza a 13 millones de mexicanos pero éstos siguen sobreviviendo con dádivas oficiales. Coronó esas y otras tropelías desprestigiando a México en el extranjero y heredándonos una corcholata que les garantiza absoluta impunidad a él y a su ralea.

Una arpía entronizada y sostenida por el narcogobierno no puede dirigir ningún esfuerzo por limpiar la vida pública de México.

Estos antecedentes causan la rabia y el hartazgo de la población, expresados a diario por multitudes en plazas, calles y carreteras.

Si los delincuentes del gobierno compran el voto de los pobres que llaman “mascotas” los ciudadanos debemos aprovechar la fuerza formidable de las redes sociales. Si a través de ellas nos organizamos y votamos en el 27 para ser libres, superaremos los fraudes y rescataremos a México. 


  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
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